domingo, 27 de junio de 2010

El-Rincon-Virtual-Psi-Violencia


Nos envía Mariana Merini un sitio web de intercambio en el tema violencia:


Te copio el link de la página de mi grupo en facebook, si te interesa ver y me encantaría contarte en el ...pues acabo de publicar la información del Programa PIAFF y el blog!


Avances en violencia familiar….por Mariana Merini



Avances en violencia familiar….

…. ¿o de la violencia familiar?
De lo punitivo a lo preventivo.
Una mirada crítica de nuestra realidad actual

Autora Mariana Merini
Psicóloga Buenos Aires
ARGENTINA

Objetivo

Identificar procesos de atención y protección integral en violencia familiar enfatizando la necesidad de trabajo interdisciplinario e interinstitucional.

Objetivos Específicos

1. Precisar conceptos actuales sobre enfoques y acciones para el abordaje de la problemática de la violencia
familiar.-Modelo de Intervención en presencia.
2. Explorar las modalidades de aplicación y ejecución de la legislación vigente sobre violencia familiar.
3. Resignificar la práctica profesional de a partir del relevamiento de recursos institucionales existentes a nivel
nacional.

Método

Lectura crítica del sistema jurídico y marco legislativo aplicado a la violencia familiar en Argentina analizando su
efectividad y resultado.
Análisis de experiencias de abordaje de la problemática desde políticas nacionales en prevención, detección y
atención integral de la violencia intrafamiliar.

Introducción

La problemática de la violencia familiar ha cobrado mayor relevancia en los últimos tiempos y se le habría
solicitado al aparato legislativo y jurídico dar una respuesta inmediata y eficaz, a partir de lo que se percibiría
desde el imaginario social: la necesidad de mayor punición, mayor inserción a lo jurídico, mayor intervención en la
vida privada de las personas, sin un acompañamiento y asesoramiento adecuados que le permitieran a la
víctima el sostenimiento de la denuncia y el proceso judicial que ésta iniciaría. Nos interesa principalmente la
problemática de la atención de víctimas de violencia familiar.
Cuanto más intervención judicial, mayor confiscación del Estado de la problemática, mayor riesgo de
desubjetivación , a medida que avanza el proceso burocrático y el aparato judicial plasma su acción, no
haciendo coincidir sus tiempos con los tiempos cruciales de la realidad de la víctima y mucho menos de los
tiempos subjetivos de la misma.
¿Cuál sería la participación de la víctima en este proceso? El despliegue de diversos organismos y sus
funciones de reparación, vigilancia y punición, ¿son realmente eficaces o vulneran aún más los derechos de la
víctima? ¿Cómo pensar nuestra práctica actual, de atención a víctimas, cuando el Estado, en su función de
instituir lugares y significaciones para los sujetos, ha perdido en muchas situaciones paulatinamente su
capacidad configurante? De lo antedicho nos preguntamos:
¿De qué modo la impronta del sistema estado Nación, incide y obstaculiza nuestro abordaje de la realidad: la
sociedad “de riesgo”? (1)
Un primer acercamiento nos muestra que la vida cotidiana , se lleva adelante en un contexto donde no están
garantizadas las condiciones de existencia subjetivas, por lo que se hace necesario pensar nuevas
operaciones para poder intervenir en este estado de cosas, con una “ nueva” subjetividad La víctima debe estar
informada no sólo en relación con el hecho de que la pueda estar damnificando en un momento puntual de su
vida, sino también en su condición permanente de ciudadano; debe conocer el funcionamiento del sistema
judicial a priori de cualquier otra consideración personal, pues ésta, y no otra, es la mejor forma de protegerla,
desde la prevención por la vía del conocimiento de sus derechos. (2)
Exigir, alentar o aceptar mayores penas sabiendo que éstas no contribuyen a disminuir las dimensiones del
problema, es un ejemplo de populismo punitivo, decir lo (que se cree) que las víctimas quieren oír y no decir lo que uno racionalmente cree: que La violencia es un problema complejo, que debe ser abordado por leyes
integrales, pero que un ulterior aumento de penas o medidas judiciales no consigue reducir de forma significativa los delitos.
… “La legislación latinoamericana que con excepción de las Leyes de Costa Rica, Ecuador, Honduras, República
Dominicana y Venezuela, que hacen mención específica a la violencia de género, los demás sistemas
normativos la subsumen en el concepto global de violencia familiar.
La mayoría de las leyes-excepto Chile, Nicaragua y Panamá-incorporan declaraciones de políticas públicas
tendientes a la protección y ayuda a las víctimas, a la promoción de programas educativos y de capacitación al
personal que trabaje en la temática, a la realización de campañas preventivas, de sensibilización y educación y a
dar impulso a los estudios sobre la materia. En la Argentina, solo incorporan tales enunciados las leyes de la
ciudad de Buenos Aires y de las provincias de Buenos Aires”... (3)

Desarrollo


Con anterioridad a la sanción de leyes específicas en violencia familiar, dichas conductas sólo encuadraban en el
ámbito penal de las lesiones, amenazas, abuso de armas, etc. o bien configuraban ilícitos civiles causantes de
separación personal o divorcio, como las injurias, etc. Si bien hoy esas figuras conservan su plena vigencia, la
normativa en violencia familiar ha venido a dar a dichas conductas una respuesta inmediata y facilitadora para
la situación de violencia puesta en conocimiento de la autoridad de aplicación.
Sin embargo, consideramos que un sistema no puede ser inconsecuente, adoptando políticas en una sola
dirección, estableciendo derechos del imputado, y obviando una protección efectiva de la víctima.
Comenzando con la figura de la víctima, se pueden detectar dos direcciones: una dirigida a la ayuda social
para la víctima y la otra consistente en la protección procesal de la misma.
En la Declaración de las Naciones Unidas de 1985, sobre los principios básicos de justicia para las víctimas del
crimen y abuso de poder, se establece respecto del acceso a la justicia y el trato justo, que las opiniones y
preocupaciones de las víctimas sean presentadas y examinadas en etapas apropiadas de las actuaciones
siempre que estén en juego sus intereses, sin perjuicio del acusado y de acuerdo con el sistema nacional de
justicia penal correspondiente; Prestando asistencia apropiada a las víctimas durante todo el proceso judicial;
Adoptando medidas para minimizar las molestias causadas a las víctimas, proteger su intimidad, en caso
necesario, y garantizar su seguridad, así como la de sus familiares y la de los testigos en su favor, contra todo
acto de intimidación y represalia; evitando demoras innecesarias en la resolución de las causas y en la ejecución
de los mandamientos o decretos que concedan indemnizaciones a las víctimas. Se utilizarán, cuando
proceda, mecanismos oficiosos para la solución de controversias, incluidos la mediación, el arbitraje y las
prácticas de justicia consuetudinaria o autóctonas, a fin de facilitar la conciliación y la reparación en favor de las
víctimas. Las mismas son entendidas como “las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido
daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo
sustancial de los derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que violen la
legislación penal vigente en los Estados Miembros, incluida la que proscribe el abuso de poder. En la expresión
"víctima" se incluye además, en su caso, a los familiares o personas a cargo que tengan relación inmediata con
la víctima directa y a las personas que hayan sufrido daños al intervenir para asistir a la víctima en peligro o
para prevenir la victimización. Para ello se informará a las víctimas de la disponibilidad de servicios sanitarios y
sociales y demás asistencia pertinente, y se facilitará su acceso a ellos. Asimismo, se proporcionará al
personal de policía, de justicia, de salud, de servicios sociales y demás personal interesado capacitación que lo
haga receptivo a las necesidades de las víctimas y directrices que garanticen una ayuda apropiada y rápida.
Muchas veces la víctima supone que la mera denuncia dará lugar a una inmediata detención. Asimismo, se
espera de ella que comprenda los tiempos diferentes del aparato judicial para con sus necesidades. Aquí sería
necesario separar lo psicológico de lo jurídico, ya que la detención no curará lo psíquico.
En el plano del fuero civil, no se cuenta aún en Argentina, con la tipificación de la “violencia familiar”. Si se
hiciera, se traspasa a otro plano, el penal, desde las “amenazas y lesiones”, pasando de ser una problemática
social en un problema de control del delito, desde la concepción del código penal vigente.
Según los principios defendidos por los derechos humanos, la localización y la descripción de las situaciones de
vulnerabilidad social, y la implementación de medidas de protección, debería ser parte constitutiva de las políticas
de Estado. (3). De esta manera, diversos programas de intervención “en presencia” y de intervención en
emergencia en violencia familiar se han puesto en marcha en localidades importantes de Argentina,
encuadrados en el paradigma de los DDHH (5). Brevemente mencionamos los elementos que formarían parte
esencial de este modelo de intervención que difiere de las intervenciones convencionales en función de las
particularidades de las situaciones presentadas:
a) La implementación de un espacio de escucha y contención, como parte de la asistencia, dado que la
impunidad de un hecho tipificado como delito acarrea, para quien lo ha sufrido y su entorno, efectos
devastadores sobre su subjetividad, efectos que indefectiblemente alcanzan a la comunidad toda. Por esto,
todo acto de justicia, opera parcialmente como acto reparatorio y permite la elaboración de la situación y
construcción de un proyecto de vida distinto.
b) La característica distintiva de la intervención sería la celeridad de la misma implicando la presencia “in situ” de
profesionales que a la brevedad posible pudieran realizar funciones de contención, sostén a los fines de potenciar la metabolización de una situación conflictiva. La percepción del “caso por caso” desde la intervención
profesional (psicológica, de asistencia social, médica) se diferenciaría y distanciaría del “todos somos iguales
ante la ley”, dando lugar a la particularidad y la singularidad, como alternativa previa o conjunta a un proceso
jurídico que se inicia.
Lo anteriormente planteado exigiría un trabajo interdisciplinario, interinstitucional e intersectorial que permitiera
una lectura del ser humano desde múltiples aspectos en un trabajo articulado entre las distintas instancias
gubernamentales y desde la sociedad civil. Los recursos que se esperaría que las Instituciones brindaran, de
acuerdo a lo pensado para ellas desde las reglamentaciones, constituciones y aparatos legales, se
desconocen por ausencia las más de las veces o por hiperpresencia inactiva otras tantas, generando
descreimiento de la persona asistida en el sistema de Justicia, frustración y abandono del proceso judicial que
se ha o podría comenzarse.

Conclusiones:


A partir del recorrido expuesto podemos mencionar a modo de conclusión que de ninguna manera agota la
problemática aquí trabajada que:
- El modelo de intervención en presencia permitiría la posibilidad de brindar a los involucrados en la
problemática de la violencia familiar un espacio diferente de acción, interacción e intervención, así como de
atención y contención a quienes lo padecerían. Se torna de fundamental importancia el establecimiento de redes
que permitan la posibilidad de intervención con el menor daño posible, con el intento de recuperación de la
dignidad perdida así como también brindar a la víctima un espacio distinto para alojar su padecimiento. Esto
abriría una puerta a la posibilidad a dar consistencia y continuidad a los procesos legales posteriores llevados a
cabo a partir de la decisión de quien padece.
Se torna de importancia el conocimiento de la víctima acerca de las posibilidades y recursos que tendría a su
alcance, así como responsabilidad del Estado hacer de público conocimiento todo el aparato legislativo e
instituciones que lo acompañan involucrado en el proceso de intervención en violencia familiar, a modo de
ponderar la condición permanente de ciudadano de la persona que padece, en tanto debería conocer el
funcionamiento del sistema judicial a priori de su inserción en el mismo, como una mejor forma de protegerla,
desde la prevención por la vía del conocimiento de sus derechos. (6)
Desde el modelo de intervención en presencia, se daría lugar a la víctima, para relevar la importancia de que sea
ella la que accionando, a partir del respeto hacia ella y la problemática que estaría padeciendo, la escucha
empática y la contemplación de las circunstancias personales así como también de sus necesidades. Un
espacio en el que se jerarquizarían las decisiones que pueda adoptar la víctima, brindando acompañamiento y
asesoramiento en este proceso e
interviniéndo con el grupo familiar inmediato activando las redes posibles.
- Exigir, alentar o aceptar mayores penas sabiendo que éstas no contribuyen a disminuir las dimensiones del
problema, promovería la acción punitiva en un tiempo posterior y a veces tardíamente, luego de que el problema
ha llegado a instancias mayormente graves.
Cabe destacar que si bien la sanción de una legislación no es suficiente para erradicar un problema tan complejo
y multicausal como lo es el de la Violencia Familiar, ha significado un cambio importante y un marcado
resurgimiento del lugar de la víctima como parte del proceso con derecho a una protección y reparación del daño
ocasionado…aún así se podría cuestionar la función de las instituciones encargadas de llevar a cabo la
mencionada tarea donde muchas veces lejos de lograrlo producen, las mas de las veces, una revictimización
secundaria que vulnera claramente principios de los Derechos Humanos (10).

Bibliografía


(1) Rousseau EJ. Centro de Asistencia a la Víctima. En: Dell´Anno A, Galán SE (comp). Abuso sexual,
victimología y sociedad. Buenos Aires: Espacio Editorial, 2007:47-59.
(2) Oñativia,Xavier;Palmieri, Agustín La Intervención por Presencia: sus Principios Metodológicos, La Plata,
Febrero de 2007-ficha de estudio correspondiente al Curso de la especialización de Psicología Forense “
Victimología General y atención psicológica a víctimas” UBA, 2008
(3) Giberti, E, Garaventa J, Lamberti S. Vulnerabilidad, desvalimiento y maltrato infantil en las organizaciones
familiares. Buenos Aires: Centro de Publicaciones Educativas y Material Didáctico, 2005.
(4) Declaración de las Naciones Unidas de 1985, sobre los principios básicos de justicia para las víctimas del
crimen y abuso de poder.
(5) Fernandez Garello F. 1998: una reforma procesal penal y sus efectos constitucionales. En: Dell´Anno A,
Galán SE (comp). Abuso sexual, victimología y sociedad. Buenos Aires: Espacio Editorial, 2007:31.
(6) Zaffaroni,E.Raúl,Dr, “ Dinámica histórica de la Legislación Penal”, Capítulo 6 en Manual de Derecho Penal.
(7) Bleichmar, Silvia Jornada en Clínica Psicoanalítica ante las Catástrofes Sociales ( la experiencia argentina),
págs. 35-51,ed.Paidós,Bs.As,2002.
(8) Manual de Victimología : El rol de la Víctima en los delitos convencionales y no convencionales, capítulo X,
(9) Código civil Ley 24.270 Violencia familiar.


Toda referencia al concepto de vìctima lejos de indicar la cristalización del sujeto en esa posición, implica rescatar la figura de la misma y su participación activa dentro del proceso judicial y en general.

Fuente: http://www.psicocent.com.ar/


ADOLESCENCIA: EL CAMINO DE LA AUTONOMIA por Luisa Rosenfeld*



ADOLESCENCIA: EL CAMINO DE LA AUTONOMIA en adolescentes que parten de la casa familiar para estudiar en otra ciudad por Luisa Rosenfeld*


Abstract

La adolescencia es el período en el cual los jóvenes aprenden a adquirir habilidades para una exitosa inserción en el mundo de los adultos logrando autonomía y diferenciación de su grupo familiar de origen. Por su lado y simultáneamente, los padres deben contribuir con su sostén emocional y financiero, pero puede ocurrir que la primacía de la función nutritiva y la sobreinvolucración resulten en la infantilización y consecuente prolongación de esta etapa, que creará jóvenes adultos temerosos y dependientes.

Palabras clave

autonomía–diferenciación–funciones parentales-sobreinvolucración-temor-infantilización


Abstract


Adolescence becomes a period during which teen-agers learn to inherit abilities to insert themselves in an adult world by achieving autonomy and differentiation from their original family group. On the other side and simultaneously, parents must bring their emotional and financial support, but if this contribution just sets a primacy of a nutritious function and overinvolvement, it could turn into a sort of infantilism and consequently, this period would be unnecessary elongated and it could contribute to raise frightened and dependant young adults.

Key words


autonomy-differentiation-parental functions-overinvolvement-fear-infantilism



La construcción del concepto de adolescencia


La adolescencia como período diferenciado en la evolución de niños a adultos es una construcción moderna que puede ser descripta en función de los procesos sociales, culturales, económicos y políticos que han contribuido con su gestación. Las primeras categorizaciones estaban más ligadas a lo biológico y daban cuenta de las transformaciones evolutivas que el crecimiento y la complejización de las funciones fisiológicas marcaban como inicio de la adultez. Los nuevos comportamientos integraban a los niños a la comunidad, principalmente a través de la actividad sexual, que daba pie a la reproducción y al mantenimiento de la especie, y de la utilización de la fuerza física, que permitía tanto luchar para alimentar a la comunidad como para defenderla. Hay entonces un énfasis en lo colectivo y el arribo de los niños a la edad adulta contribuye con la consecución de estos intereses. En las sociedades precapitalistas el fenómeno adolescente tal como hoy lo conocemos no tuvo existencia y ha podido observarse la presencia regular de rituales que signaban el pasaje y la transformación del niño en adulto (Mead M., 1928). Estos rituales de iniciación, habitualmente crueles, que modificaban el cuerpo de los jóvenes, tenían una incidencia importante en la construcción de nuevas categorías de espacio-tiempo y el propósito de reforzar la sumisión a las leyes y costumbres de la tribu. Llegado a la edad, el niño se transformaba en adulto luego de atravesar exitosamente los ritos de la pubertad y adquiría una identidad como los demás miembros, con sus mismos ideales y objetivos (Pearson G., 1958). Esta forma de inicio confería a los miembros de la comunidad seguridad y solidaridad, ya que cada miembro se insertaba en el colectivo a expensas de un sólido sentido de pertenencia sostenido por el consenso social que lo respaldaba.

Más recientemente, si observamos las costumbres del campesinado y los artesanos en las sociedades precapitalistas, la incorporación de los jóvenes a la adultez y a la vida laboral se hacía de manera progresiva, como aprendiz del maestro del taller, que también cumplía funciones de padre-patrón (Toffler A., 1991). No había aquí tampoco un espacio diferenciado de experimentación para los niños que se iban insertando en el mundo de los adultos sino una serie de comportamientos prescriptos para los miembros de la familia que se delegaban según sexo y edad. Aquí el colectivo ya no es la comunidad toda sino la familia de tres o cuatro generaciones y el grupo al que se pertenece y pauta comportamientos está organizado alrededor de la tarea en el taller o el campo. El consenso acerca de lo que se puede o no hacer y preferiblemente, de lo que se debe hacer para pertenecer a la comunidad, está rígidamente sostenido por los usos y costumbres que marcan valores para esa sociedad.

La llegada del maquinismo y la conformación de la sociedad industrial o sociedad de la segunda ola (Toffler A., 1991) marca una ruptura con relación al orden anterior en lo que respecta a lo laboral y a lo social. La revolución tecnológica planteada dará por tierra con la organización prescriptiva de comportamientos conocida hasta el momento. En el nuevo orden social será imprescindible prepararse para ocupar los nuevos puestos de trabajo, lo que dará inicio al establecimiento de un período de entrenamiento en la adquisición de habilidades que permitan insertarse en el mundo de los adultos. Se inaugura así la categoría de los sujetos que se están formando, que están buscando una identidad. Aquí el consenso social creará las condiciones para la creación de un imaginario social referido a sujetos en transformación en busca de su identidad y un sentido de pertenencia (Castoriadis C., 1975).

Si hasta el momento los valores de la comunidad ofrecían al joven un ideal homogéneo, igual para él y para sus mayores, rígidamente prescripto e incuestionable y que precisamente por esto brindaba un tranquilizador sentido de identidad y pertenencia (Pearson G., 1958), se inicia aquí un proceso individual de búsqueda, cada individuo debe definir sus ideales y su vocación en función de la multiplicidad de ideas que comienzan a circular. El individualismo favorecedor de la constitución de lo que hoy conocemos como adolescencia conforma un período de búsqueda -de pareja, de identidad sexual, de vocación, de inserción laboral y profesional, de pertenencia a una comunidad política, religiosa, ideológica-. Ya no habrá una transmisión de padres a hijos junto a una aceptación acrítica de los valores legados por la comunidad a través del mandato familiar, sino una invocación a explorar el mundo para aprehenderlo sustentada en un cuestionamiento de lo establecido. Se dará inicio a un estadío más o menos beligerante donde los jóvenes pondrán en cuestionamiento los valores de sus padres, algunas veces muy violentamente, insertos en la así proclamada brecha generacional. Si cada sujeto tiene la misión de asegurar la continuidad de su generación y del conjunto anterior, a partir de la construcción del estadío adolescente como espacio tiempo-diferenciado cada sujeto deberá retomar por cuenta propia el discurso del conjunto para resignificarlo y poder así insertarse en el mundo de los adultos.

Interacción familiar


Existen momentos en la evolución natural de las familias que requieren de la negociación de nuevas reglas para dar solución a los conflictos que aparecen. Son momentos de crisis, de ruptura del orden anterior y oportunidad del establecimiento de un equilibrio que dé respuesta a las nuevas necesidades (Mesterman S., 1992). Uno de los desencadenantes más habituales de las crisis familiares es el inicio de la adolescencia; deben entonces trazarse líneas de diferenciación que respondan a las demandas planteadas por la autonomía de los hijos. En esta época la participación del joven en el mundo extrafamiliar se incrementa. Es el momento de otorgar mayor autonomía y una mayor responsabilidad adecuada a la edad. Para los padres es imprescindible responder con gran flexibilidad a las demandas que exige esta etapa.

Los padres pautan su vinculación con los hijos como agentes socializadores y lo hacen principalmente por medio de dos tipos de funciones que pueden ser considerados organizadores en este proceso: a) la función nutritiva, definida como la provisión de elementos para la subsistencia, así como también de amor, protección, abrigo; y b) la función normativa, que impone reglas (Díaz Usandivaras C., 1986,1987). La adecuada relación entre las funciones es imprescindible; cuando se altera por déficit o por exceso puede generar disfuncionalidad en la relación con los hijos. Las funciones nutritivas son más gratificantes y placenteras, también más fáciles de implementar, tienen que ver con el brindar y están ligadas al “sí”. Las normativas son frustrantes; dependen para su implementación de la autoridad y el prestigio por parte de los adultos a cargo y están ligadas al “no”; son estresantes y exigen mayor acuerdo parental. El fracaso en la coparentalidad al ejercer estas funciones puede llevar al “sabotaje” por parte de los hijos, quienes pueden fácilmente boicotear así las directivas impartidas por los adultos a cargo. La contradicción entre directivas impartidas por la madre pero negadas por el padre puede evidenciarse en la respuesta comportamental del adolescente que se alía con el padre y debilita así la posición de autoridad de aquélla y viceversa. El resultado de esta interacción es que ya no habrá dos adultos a cargo, sino que el hijo decidirá cuáles son las normas que desea acatar y qué alianza desea privilegiar para favorecer su posición. Podríamos considerar entonces que el objetivo de las funciones parentales es, en última instancia, el proceso de entrenamiento que propician los padres para sus hijos como aprendizaje de pautas y permite una adecuada adaptación al mundo en el que los jóvenes adultos deberán desenvolverse una vez fuera del hogar familiar. En este sentido, la familia puede ser considerada el “laboratorio experiencial” dentro del cual los niños devenidos adolescentes experimentan la adecuada frustración de sus fantasías de omnipotencia y de sus reales potencias en un marco de contención y afecto. Así, la incorporación de pautas supone la incorporación de límites autorreguladores de las acciones; un déficit en la autorregulación como producto del fracaso en la incorporación de pautas, podrá llevar al adolescente a incurrir en comportamientos violentos. De esta manera, la sobreinvolucración parental puede favorecer comportamientos que resulten en adolescentes inseguros y temerosos de desafiar las leyes familiares, pero también violentos o gravemente comprometidos con conductas autolesivas, como adicciones, promiscuidad sexual, delitos. En ambos casos son adolescentes que parecen no saber cómo regular su comportamiento, cómo cuidarse, cómo evitar involucrarse en situaciones potencialmente peligrosas, cómo aprender a insertarse en el mundo de los adultos.

Los hijos


Durante la etapa de la niñez el mundo legado por los padres es previsible y por lo tanto asegura una continuidad que provee calma y seguridad. A partir de la pubertad, el niño devenido adolescente deberá redefinir los procesos existentes y adaptarse a una nueva situación para acceder al nuevo status donde se entrecruzan lo biológico, lo familiar, lo social (Erikson E., 1975). La pérdida del cuerpo infantil a partir de la irrupción de los estímulos hormonales dará inicio a la genitalidad adulta e inaugurará una serie de comportamientos como salir de noche, ir a bailar, cambio de vestimenta, que incidirán en la dinámica familiar establecida hasta entonces; la pérdida de los padres infantiles exigirá al joven una reconfiguración del vínculo con ellos que se expresará en comportamientos más o menos rebeldes según la rigidez con que los padres acompañen estos cambios; la pérdida de la identificación infantil llevará al adolescente a la búsqueda de nuevos grupos de pertenencia y referencia.

Los padres


Las familias deben responder a la crisis planteada por el ingreso de los hijos en la adolescencia con la mayor flexibilidad. El crecimiento de los hijos planteará cambios en la organización y alterará la cotidianeidad que discurría amablemente, lo cual puede generar disconfort, dentro de un proceso de stress que implicará gran demanda de tiempo y un sentimiento de pérdida y extrañamiento. El desequilibrio así producido tanto como la flexibilidad requerida, serán factores esenciales para el crecimiento y el desarrollo de la familia en sí y para los individuos que la componen. De manera que se vuelve imprescindible la creación de nuevas pautas transaccionales al llegar a esta etapa (Minuchin S., 1978). A medida que los hijos crecen, los padres se ven excluidos de sus confidencias e intimidad y deben ir cediendo autoridad aun cuando consideran que ellos la ejercen más eficientemente. Paradójicamente, para los adolescentes, ir ganando en autonomía implicará un sentimiento de pérdida de la protección y las facilidades del mundo familiar previsible y tranquilizador conocido hasta entonces. El mundo ahora se opone y deben resolver su pertenencia a él optimizando sus propios recursos mientras los padres deben delegar autoridad para facilitar el ejercicio de las propias habilidades de los hijos en cuanto a cuidado y autoprotección.

La familia

Si una familia no puede cambiar puede mostrar rigidez en las pautas interaccionales, con lo cual la salida de los hijos de la casa familiar puede verse entorpecida. La estricta sujeción a los hábitos y creencias propiciada por padres muy rígidos se volverá un constreñimiento preferiblemente que una facilitación para que los adolescentes puedan desarrollar la transición hacia la adultez; la familia se volverá una jaula donde los miembros de la familia quedan atrapados (Minuchin S., 1978).

Otras características señaladas por Salvador Minuchin que contribuyen desfavorablemente con el proceso de salida de los hijos de la casa familiar son la indiscriminación y la sobreinvolucración. Plantea cómo algunos padres tienen mucha dificultad para lidiar con las nuevas demandas que propone el crecimiento de los hijos y resuelven el conflicto manteniéndolos infantiles en una edad inadecuada. Un niño que crece en una familia donde las fronteras entre subsistemas están muy desdibujadas suele dar gran importancia al contacto personal y a la proximidad...”la lealtad y la proximidad tienen preferencia por sobre la autonomía y la autorrealización. Un niño que crece en un sistema altamente indiferenciado aprende a subordinar el self. Lo que espera de una actividad con un objetivo específico como estudiar o incorporar una habilidad, no es entonces el desarrollo de su propia competencia sino la aprobación, ya que la recompensa no será la adquisición de un conocimiento sino el amor” (Minuchin, 1978, op cit, pag. 59). Si esto se combina con padres que tienen dificultad para abandonar el modelo de crianza de niños pequeños donde es esperable y necesaria una mayor involucración, al llegar a la pubertad los niños ya adolescentes habrán crecido en un mundo connotado por la hipervigilancia de padres exageradamente procupados por su cuidado y su bienestar a una edad en la que deben favorecer una mayor autonomía. El adolescente es así socializado para responder comportamentalmente a las expectativas parentales y sentirá una gran responsabilidad por no defraudarlos. Camino a la adolescencia crecerá esperando la aprobación parental y sumamente respetuoso de su lealtad hacia los valores familiares, lo cual comportará una inhibición de su autonomía en términos de desafío a estos valores, para poder apropiarlos o no luego de su contrastación con los extrafamiliares que deberá descubrir. La sobreinvolucración de los padres será percibida como preocupación por su cuidado y bienestar a fin de que sea difícil desafiarla. Esta mutua acomodación genera un contexto en donde el rechazo y la negación quedan enmascarados.

Ir a Buenos Aires

El camino sinuoso al que hago alusión es transitado por adolescentes y adultos jóvenes provenientes del interior rico de la provincia de Buenos Aires. Son jóvenes oriundos de localidades que aún tienen como referente a la gran ciudad en cuanto a educación y posterior inserción profesional. No provienen del conurbano, de características empobrecidas y de bajo nivel cultural y educacional. Muchas de las familias a las cuales pertenecen aún tienen campos heredados de los abuelos, que continúan explotando. Si bien la segunda generación es profesional y no se dedica a la actividad agrícolo-ganadera como sustento principal, en la tradición familiar el campo continúa siendo una referencia aglutinante y de expresión de características de un determinado sector en cuanto a expectativas y desarrollo para los hijos. Esto es, aun cuando en la actualidad existen excelentes centros de educación universitaria próximas a las ciudades de origen, estas familias formadas en la tradición de las familias ganaderas de una República Argentina poderosa consideran el viaje a Buenos Aires como inicio de la vida adulta de los hijos y lo aportan como parte del legado de una generación a otra. En cuanto completan los estudios secundarios, los adolescentes “saben” que partirán hacia Bs. As., probablemente para vivir allí los siguientes diez años. Los padres compran o alquilan departamentos en la zona más cara de la ciudad, donde uno a uno los hijos irán arribando a medida que crecen. Algunas veces conviven sucesivamente los hermanos en un mismo departamento a medida que van llegando a la edad de “ir a Bs. As.”; otras, son grupos de pares o tríos de amigos o primos quienes acuerdan vivir juntos “cuando vayan a Buenos Aires” al finalizar el secundario. De manera que la época de “ir a Buenos Aires” se convierte para estas familias en la etapa que inaugura el camino de la adultez para los hijos, mientras que para los adolescentes es, en el mejor de los casos, la siguiente etapa luego del viaje de egresados. No eligen “ir a Buenos Aires” como inicio de un proceso de autonomía y diferenciación con relación a las familias de origen, sino que se espera que vayan y ellos no se cuestionan si irán, porque el imaginario social en el cual están inmersos así lo determina y es esperable que compartan y participen de los valores y creencias que pautan comportamientos para el grupo al cual pertenecen. No ir a Buenos Aires comporta una significación similar a no ir de viaje de egresados; es “quedarse fuera”, no ser parte del grupo de pertenencia. Pocos de ellos eligen el lugar donde vivirán o las condiciones en que lo harán. Los padres abren una caja de ahorro para los hijos de donde ellos retiran el dinero para vivir. Algunas veces deben hacerse cargo de retirar el dinero también para pagar el alquiler y las cuentas de los servicios y expensas; en la mayoría de los casos, de esto también se ocupan los padres. Y en cuanto al manejo del tiempo libre, habitualmente regresan a sus lugares de origen cada fin de semana, en vacaciones de invierno y durante los tres meses de vacaciones de verano. Los jóvenes en Buenos Aires no trabajan o sólo toman trabajos temporarios. Las chicas a veces hacen “promociones” y con lo obtenido se compran ropa o algo que les gusta. Los varones comienzan a hacerlo en el último cuatrimestre anterior a recibirse en la forma de una pasantía. La experiencia de trabajar no está ligada a una necesidad de manutención o de inserción en el mundo laboral o profesional. Se espera, y ellos mismos así lo desean, que en su estadía en Buenos Aires se dediquen a estudiar, rendir exámenes y regresar a la vida social y familiar en el lugar de origen. Los jóvenes continúan la amistad y la vida social con quienes han partido, como ellos, a estudiar a Buenos Aires y difícilmente se integran a grupos locales. De lo que resulta que la experiencia de vivir solos y mudarse a otra ciudad como inicio del proceso de autonomía se convierte contrariamente en una continuidad de la dependencia esperable en niños y pospone así el inicio de la adquisición de habilidades para insertarse en el mundo de los adultos. El departamento de Buenos Aires se convierte de esta manera en el seudopodio de la casa familiar. Los adolescentes que se desentendían del cuidado de su ropa y del mantenimiento del hogar, parten cada fin de semana con un bolso de la ropa que han usado para ser lavada y planchada y regresan con la comida de la semana en el bolso un vez vacío; el departamento de Buenos Aires se ordena y limpia cuando los jóvenes son visitados por sus padres y habitualmente es la madre quien lo dispone. Los jóvenes, preferiblemente que “vivir solos”, “duermen solos” en Buenos Aires y nada les ofrece una alternativa de crecimiento y maduración dado que la dinámica familiar permanece inalterable fuera de los kilómetros que deben recorrer regularmente para cada reencuentro. El contexto de posibilidad de cambio que podría brindar la experiencia de vivir solos fuera de la casa familiar en términos de encontrarse con un mundo que se les opone y en el que desean incluirse, paradójicamente contribuye así con una reconfirmación de las condiciones de infantilización y sometimiento al mandato familiar del que los jóvenes difícilmente pueden escapar. La transición que deben atravesar los adolescentes como proceso de cambio y adquisición de habilidades para insertarse en el mundo de los adultos resulta entorpecida y no facilitada mediante la provisión de cuidados con que los padres nutren a sus hijos. La experiencia de “vivir solos” en estas condiciones no comporta diferenciación y autonomía sino prolongación de la transición adolescente. Los jóvenes ya no tienen 18 años, sino 25, 27, 28 años, están por recibirse o acaban de hacerlo y se sienten desorientados, confusos, temerosos; llegan a la consulta angustiados y con dificultad para describir qué les pasa y qué buscan. Por primera vez se ven ante la urgencia de tomar una decisión y no saben cómo hacerlo. Ya no tienen el cuerpo infantil que los padres cubrían, ya no se divierten yendo a bailar al boliche de la ciudad de origen; la novia/o con quien estuvieron desde los quince años ya no comparte la rutina de ir y volver y no saben si desean casarse y regresar o se quedarán en Bs. As; se plantean si quieren trabajar en la profesión o regresar y ocuparse del campo de la familia como es tradición. Se sienten desconcertados y se angustian frente a un mundo desconocido en el que no se sienten en condiciones de insertarse pero sabiendo que ya no pueden volver al mundo infantil como volvían cada fin de semana a la casa familiar. El mundo conocido les ha quedado chico y el de los adultos se avisora demasiado grande. Y hoy ellos mismos son adultos pero sin ninguna habilidad para resolver las cuestiones que les son inherentes.

Algunas viñetas


N, 27años, nunca estuvo de novio, se presenta a la consulta diciendo...”se supone que soy Médico...terminé el año pasado...”. Explica que se aburre, que ya no lo divierte salir como antes y conocer chicas; que se siente torpe y no sabe qué decir cuando está con una chica. Aclara que él era un “vago”, que antes no le pasaba, que siempre había alguien que le gustaba. Refiere que está en un momento de transición porque está haciendo el internado y todavía no tiene la matrícula y no puede trabajar como Médico, pero tampoco está estudiando para el examen de residencia y no sabe hacer otra cosa que rendir exámenes, como ha hecho en los últimos diez años; su tiempo lo pautaba las fechas de los exámenes y ahora no tiene esa exigencia.

S, 26 años, Lic. en Diseño de Interiores ha conseguido su primer trabajo profesional y continúa viviendo en el departamento que ella y sus hermanas mayores han ocupado desde que comenzaran a estudiar en Buenos Aires. Su novio se recibió y regresó a la ciudad de donde ambos eran oriundos. Las dos hermanas ya han partido y ella continúa viviendo sola en el departamento que considera “su lugar”. Plantea que tiene terribles discusiones con el padre, quien “se instala en mi casa cuando viene y me invade”. Cortó su relación de noviazgo decidida a establecerse en Buenos Aires. No había iniciado relaciones sexuales por motivos religiosos. Comienza a salir con las amigas, va a bailar, descubre “la noche”, fumar marihuana y tomar alcohol. Inicia una relación con un joven adicto cuatro años menor con quien inicia RR.SS.

Y, 22 años, abandonó la carrera de Medicina que intentó durante tres años con relativo éxito pero sin ningún interés. Se siente angustiada, llora, se siente desolada. No sabe qué quiere estudiar; no sabe si quiere estudiar; no quiere volver a su ciudad de origen, sino vivir en Buenos Aires...” ésta es la época de ir a Buenos Aires y yo quería esto...vine con todas mis amigas...pero Médica...creo que no...yo quiero estudiar acá...pero no sé qué...yo quiero quedarme acá...”.

J, 25 años, próximo Abogado, estudiante exitoso, tiene dificultad para relacionarse con mujeres...”tengo miedo a concebir sin desear (un hijo) o a contagiarme una enfermedad mortal... por eso hace años que no salgo con nadie... me siento solo...”.

L, 25 años, promedia la carrera de Psicología, refiere que ...”me atrasé mucho en la carrera porque me sentía una burra...yo estaba sola y lloraba todo el día y llamaba a mi mamá por teléfono y ella me decía que me volviera, que si era demasiado, estudiara peluquería...”.

C, 31 años, Médica, regresó a vivir a la casa de los padres luego de recibirse a los 28 años; rompió con su novio y comenzó inmediatamente una nueva relación. Al momento de la consulta está embarazada, ha dejado de trabajar por su condición, no sabe si vivirá con su novio, no lo han discutido. El ex novio continúa llamándola; ella no le ha dicho que tiene una nueva pareja y espera un hijo; refiere...”cuando corté con J mi mamá se puso como loca...decía que lo de ella no terminaba nunca ...que tenía que empezar todo de nuevo...después me echó...me dijo que me fuera...que cuando me separé de mi primer novio, traje un perrito...del segundo, una gata...y ahora, un bebé... quiere que me vaya...no le importa nada lo que me pasa...”.

En todas estas viñetas llama poderosamente la atención la edad de los jóvenes. Son adultos, profesionales, tienen la edad de sus padres cuando conformaron sus propias familias o más, tienen mejor nivel educacional; poseen un standard de vida que sus padres tardaron en adquirir, tienen acceso a una información que sus padres conocieron posteriormente y quisieron brindar a sus hijos porque la consideraron fundamental para su desarrollo y mejor inserción social. Sin embargo, su comportamiento parece congelado en una adolescencia que se ha prolongado indefinidamente. Se plantean cuestiones acerca de su sexualidad, del tipo de compromiso que desean con una pareja, sobre la inserción profesional y laboral, expresan la famosa brecha generacional con discusiones y reclamos hacia el mandato familiar del que desconocen si quieren o no hacerse cargo y en el cuestionamiento al estilo de vida de los padres. Estos jóvenes parecen estar gritando a sus padres el reiterado ”no te metas en mi vida” con el que los adolescentes establecen violentamente un límite a lo que consideran injerencia paterna en su incipiente autoatribución de autonomía. En una etapa en la que aún son dependientes emocional y económicamente, a los 18 años los jóvenes comienzan a ”probar” las condiciones del mundo en el cual van a insertarse y miden la distancia que los empieza a separar del modelo familiar legado por los padres; se entrenan en este camino sinuoso que los llevará a la incorporación de pautas que les permitirá finalmente autorregularse y establecerse como jóvenes adultos. Descubren la necesidad de ser independientes económicamente y se plantean cómo lograrlo. Se dan cuenta que la “vida” en la que no quieren que se metan los padres tienen que gestarla como propia y que en esta transición ésta aún es la “vida” de la familia que conformaron sus padres. Si este camino de entrenamiento es exitoso, progresivamente deberán dejar de ver el mundo a través de los ojos de sus padres y de pelearse defendiendo a los gritos el precario y transitorio espacio personal que van gestando para acceder a sus propios logros. Simultáneamente y como condición para que esto ocurra los padres deben ir avalando la construcción de este espacio, sintiendo a la vez que su legado construye un mundo seguro y posible para sus hijos. Los padres deben aprender a leer en el comportamiento de los hijos cómo su generosa oferta de cuidado y protección deviene en el logro de sus habilidades para poder autogestionar su propia autonomía y su diferenciación. Deben encarnar el viejo postulado de criar hijos ”para que se vayan” y para que construyan su propia vida. Y los hijos se irán, pero sólo con la ”venia” de sus padres, a la vieja usanza. Saldrán al mundo bajo la mirada aprobatoria que los padres tendrán de haber cumplido con su cometido en darles elementos para que los puedan usar fuera de su supervisión. Si esto no ocurre, si los padres, muy temerosos o controladores no obtienen seguridad observando el comportamiento de sus hijos y, contrariamente, consideran que deben continuar brindando cuidados que privilegien indefinidamente la función de nutrición, contribuirán con la prolongación de esta etapa de transición, la adolescencia, la de entrenamiento si se quiere, donde los adolescentes prueban sus fuerzas para usarlas luego en un mundo seguro. Lo que podría suponerse apoyo económico y sostén emocional para esta etapa de “vivir solos” como pista que facilita el despegue de un vuelo controlado, se convierte entonces en un entorpecimiento, en la amplificación de la dependencia infantil, imprescindible en la crianza de niños pequeños pero excesiva durante esta transición. Esta forma de vinculación parento-filial, de aparente empuje hacia la adultez, contribuye paradójicamente con la estabilización en un estadío de infantilización que estallará violentamente diez años más tarde y se expresará en los jóvenes a través de inseguridades, temores, fracaso en la inserción profesional, angustia frente a las relaciones de pareja, inhibición o promiscuidad sexual, en suma, un comportamiento anacrónico de “adolescentes de treinta años” que dan portazos y no terminan de irse de la casa de los padres ni de acceder a los logros de la adultez.

El proceso terapéutico


El trabajo terapéutico se centrará en la coconstrucción de realidades alternativas (Andersen T., 1995) con foco en un proceso psicoeducativo y gran énfasis en la persona del terapeuta como modelo de vinculación adulta. El terapeuta deberá crear un contexto donde sea posible “conferir poder”, como los padres de antaño “daban la bendición”. Estos jóvenes niños reclaman una suerte de acompañamiento tranquilizador que los ayude a completar un definitivo y exitoso pasaje a la adultez. Presentan una genitalidad adulta, son profesionales, ya no son niños y demandan sin embargo un acompañamiento del que puedan proveerse de herramientas que les confieran seguridad. Si el trabajo de los padres puede expresarse en la metáfora de “dar la bendición” a los hijos, para que abandonen la casa familiar imbuidos de la autoridad que ellos les han ido delegando y munidos de la responsabilidad con que habrán ido construyendo pautas de autorregulación, el proceso terapéutico deviene una “experiencia piloto” donde nuevamente deben entrar en contacto con el mundo de los adultos pero en el marco de una experiencia controlada, segura y no inhibitoria, donde podrán encontrar la adecuada frustración a sus fantasías de omnipotencia en un ámbito confiable que, esta vez sí pueden desafiar, dado que no hay lealtades en juego. La vinculación terapéutica ha sido elegida por el joven; debe resultarle por tanto confiable y no inhibitoria; si el sistema terapéutico efectivamente se conforma se convertirá éste en el ámbito donde podrá poner en práctica los desafíos que en la relación parental están signados por la imposibilidad. Un abierto desafío a los padres está vedado, so pena de ser acusado de “alta traición“ y castigado con la expulsión pero también con la pérdida del amor incondicional, con lo cual la culpa de llegar a ser el responsable de romper la lealtad lo inhibe de todo intento. Así, la relación terapéutica se convierte en el ámbito que confiere libertad para experimentar la confrontación con un adulto. El terapeuta es también un profesional, como ellos lo son ahora luego de haber concluido exitosamente la etapa de “ir a Buenos Aires” y tiene la edad de sus padres. Si los jóvenes logran sentirse confiados y se conforma un ámbito seguro y desinhibitorio pueden encontrar un adulto con quien confrontar sin poner en juego el amor y la lealtad. La relación terapéutica puede favorecer un pasaje controlado entre el mundo sobreprotegido de la infancia y el de los adultos que avisoran intimidante. En la consulta los jóvenes demandan “permisos” para actuar y se quejan de sus temores y dificultad en sus relaciones interpersonales. La combinación de proceso psicoeducativo centrado en qué hacer - cómo hacer - dónde hacer - cuándo hacer, junto con el proceso de EMPOWERMENT centrado en la persona del terapeuta que confiere autoridad, favorecerá la creación de un contexto en el que un adulto con el que el joven puede identificarse lo ayuda a entrenarse en la adquisición de habilidades para insertarse finalmente en el mundo de los adultos al que pertenece por su edad, pero del que emocionalmente se siente ajeno. La paulatina transferencia de poder y seguridad que debe realizarse durante el proceso terapéutico tiene como finalidad conferir entrenamiento para utilizar los propios recursos en un ámbito controlado, confrontando sin riesgos con un adulto al que pueden tomar como modelo, sin riesgos de ser “expulsados” del mundo conocido y condenados a una suerte de “muerte civil”, estableciendo así una ruptura con relación a la pauta relacional conocida adulto protector-niño protegido. El terapeuta coconstruirá junto a los jóvenes una nueva narrativa (Anderson H., 1996) para lograr su efectiva capacitación como sujetos activos al implementar técnicas de “empowerment” (Diez F., 2000), orientadas a conferir poder o “revalorizar” a las personas implicadas en un problema para que desarrollen su capacidad asertiva. Un sistema terapéutico conformado con estas características permitirá entonces superar la situación paradojal en que los jóvenes se sienten atrapados: habiendo cumplido con el mandato familiar de “ir a Buenos Aires” para estudiar y ser al momento de la consulta profesionales, no pueden apropiarse de su elección y convertirse efectivamente en jóvenes adultos so pena de “traicionar”el amor de los padres y la lealtad a los valores familiares. Esto es, no pueden diferenciarse, sino que se sienten obligados a continuar con la elección que los padres han hecho para ellos, no pueden terminar de cumplir con el mandato. El mandato es de hecho incumplible, ya que una vez concluida la carrera y el período de “ir a Buenos Aires”, se exige fidelidad (al mandato) que continúa vigente en términos de esperar la palabra paterna para actuar. En estos términos, la experiencia de haber vivido fuera de la casa familiar no implica autonomía. Así, la adolescencia no deviene el pasaje hacia la adultez sino que comporta una dinámica centrada en la estabilización de los valores familiares cuyo cuestionamiento a través de un abierto desafío es sancionado con la pérdida del amor y, por tanto, con la pérdida de la financiación que posibilita la estadía en Buenos Aires y el pago de los estudios: para poder “ir a Buenos Aires” deben “quedarse junto a los valores familiares”; para poder diferenciarse deben ser leales; para poder ser autónomos deben realizar el mandato familiar.

El sistema terapéutico deviene entonces un espacio de libertad en el que es posible metacomunicar acerca de la contradicción en la que parecen estar inmersos los jóvenes; crea un contexto desinhibitorio que permite disolver la paradoja que constriñe e impide confrontar; favorece, en suma, la coconstrucción de una relación con un adulto facilitadora de una vinculación modélica que resultará en que los adolescentes cronificados que consultan se transformen en adultos a través de la práctica de lo que estaba vedado hasta entonces: un abierto desafío que no pone en juego el amor y la lealtad y permite el ejercicio franco de la autonomía y la diferenciación con relación a los valores y creencias de la familia de origen.





BIBLIOGRAFÍA


Anderson, H., “Reflection on client Professional Collaboration”, Families, Systems & Health, Vol. 14, Nº 2, 1996.
Andersen,T. (1995), El lenguaje es poderoso y puede ser peligroso, Sistemas Familiares, Año 1996, Año 12, Nº I AbriI.
Castoriadis, Cornelius (1975): La institución Imaginara de la Sociedad, Tusquets, Barcelona, 1989.
Díaz Usandivaras, C., y ot., “La familia como contexto privilegiado para la prevención y asistencia de la violencia y la delincuencia juvenil”, C.I.P.A.M.E.R. (Centro de Investigación, Prevención y Asistencia de Menores en riesgo), San Isidro, Pcia. de Bs. As., Agosto 1986.
Díaz Usandivaras, C., y ot., “¿Quién se hace cargo del menor?”, C.I.P.A.M.E.R., San Isidro, Pcia. de Bs. As., Octubre 1987.
Erikson, Erik H.(1975): El Ciclo Vital Completado, Paidos Studio, Buenos Aires, 1985.
Diez, F. y ot., Herramientas para trabajar en mediación, Buenos Aires, Ed. Paidos, 1ª ed. 1999, 1ª reimp. 2000.
Mead, Margaret (1928): Adolescencia, Sexo y Cultura en Samoa, Planeta-Agostini, Barcelona, 1984.
Mesterman, S., “La Familia en Crisis”. Una aproximación conceptual. , Revista Terapias, Año 1, Nº 8, Sept.-Oct. 1992.
Minuchin, Salvador (1974): Familias y Terapia Familiar, Editorial Gedisa, Buenos Aires, 1982.
Minuchin, Salvador (1978): Psichosomatic Families. Anorexia Nervosa in Context, Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts and London, England, 1978.
Pearson, Gerald (1958): La Adolescencia y el Conflicto de las Generaciones, Siglo Veinte, Buenos Aires, 1979.
Toffler Alvin (1991): La Tercera Ola, Plaza Janés, Barcelona, 1992.


*Luisa Rosenfeld, Dra. en Psicología UBA
Lic. en Psicología UBA
Posgrado Psicología Clínica con Orientación Sistémica UBA
Dra. en Psicología UBA
Docente UBA
Docente UB
Perito Oficial Tribunal de Familia Departamental Lomas de Zamora SCJPBA
Perito Oficial Asesoría Pericial Departamental Lomas de Zamora SCJPBA
Mediadora Familiar

El cuidado de la Salud


Patricia Ismirlian nos envía:


Vean que maravilla lo que se muesrta en el video, de verdad vale la pena dedicarle los 3 minutos que dura...

http://www.thevisualmd.com/health_centers/cardiovascular_health/cardiovascular_continuum




REUNION DE LA REDPIAFF DEL 24 de junio de 2010



REUNIÓN DE LA RED

El jueves 24 de junio tuvimos la reunión de la red con el tema "Terapia, de pareja. Multiplicidad de miradas".
A partir de un caso clínico que disparaba controversias tanto éticas, emocionales, como técnicas se desplegaron en un rico y comprometido intercambio las múltiples resonancias y miradas de cada uno de lo presentes:

- La sexualidad, el sometimiento, la naturalización y anestesia de ciertas conductas dentro de una pareja,
-cual es el límite de lo admisible dentro de la sexualidad de una pareja,
-la exposición y exhibición de lo íntimo,
-las pequeñas "puertas de entrada" que presentan los consultantes para un posible trabajo terapéutico y un cambio,
-las etiquetas y los diagnósticos que pueden llegar a obturar un proceso de ayuda,
-aclarar y redefinir el motivo de consulta,
-el terapeuta en el lugar de juez frente a una pareja que busca saber quién tiene razón,
-que hace un terapeuta frente a los secretos en una pareja,
-la responsabilidad legal del terapeuta frente a lo que pueda lindar en el límite del delito,
-los límites que tiene el terapeuta en la atención a alguien que lo contradice y supera en sus propios valores.


Marcelo Choclin

Por tu culpa


Super recomiendo a todos ver (no se si la siguen dando) la película argentina "Por tu culpa"...en caso de que alguien la consiga creo que es un lindo disparador para trabajar entre nosotros la temática de violencia con una mirada de género.

Laura Cheistwer


Comentario de la película:
Mujer contra Mujer Por Juan Pablo Russo


Fuente:


En Por tu culpa (2010), Anahí Berneri (Encarnación, 2007) nos sumerge en el universo femenino a través de la mirada subjetiva de los hombres. Ellos serán los encargados de juzgar los actos para así ejercer la manipulación y el poder del sexo “fuerte” sobre el “débil”.


Julieta es una madre separada que está en casa con sus dos pequeños hijos, quienes deberían estar estar con el padre, pero él, de viaje, perdió el vuelo que lo traería de regreso. Mientras los dos chicos juegan, surgirá un hecho inesperado que pondrá a la madre como la culpable del suceso.
Desde la secuencia de títulos iniciales, el film pone en estado de tensión al espectador, algo que por razones de construcción dramática no conviene develar, para que sea él mismo el que se sumerja en la historia y se deje llevar por la sorpresa. Ese estado de tensión se crea a partir de la utilización de primeros planos permanentes, un montaje vertiginoso y sobre todo mediante el uso del fuera del campo visual en los momentos cruciales de la historia. Uno no sabrá lo que sucede fuera de lo que se nos muestra, yendo desde un plano fijo de uno de los personajes a la sala de espera vacía del hospital.
Un tema no menor del film es el del rol femenino, que se muestra siempre en un segundo plano o, en el caso de la protagonista, denotando debilidad. En ese universo que la rodeará aparecerán médicos, policías, el (ex) marido, hasta los hijos son de sexo masculino. La mujer siempre está puesta en un rol de invisibilidad o de incapacidad ante la resolución de una situación límite, la única aparición femenina es la de la madre de la protagonista, denotando también debilidad ante lo extremo.
Por tu culpa pone en crisis al sexo femenino pero desde la visión de lo masculino, mostrándolo como el reflejo de una sociedad paternalista en donde el hombre juega a ser fuerte pero desde la ausencia. El médico pide varias veces por la presencia del padre, como si la madre no pudiera con la situación, recién cuando él llega la resolverá poniendo a la mujer en un lugar de inutilidad, pero donde queda bien en claro que él no es un padre presente y que seguramente de haber estado en el mismo espacio y momento en el que sucedieron los hechos la situación no hubiera sido distinta. No es lo mismo estar que actuar, y eso el film lo subraya de manera latente.
Para el personaje de Julieta, protagonista absoluta del film, la realizadora eligió de manera acertada a Érica Rivas, sosteniendo toda la carga dramática e incertidumbre por la que atravesará un personaje que estará durante los 90 minutos, que dura el film, en escena y en un primer plano casi constante. Su estado traspasa la pantalla mutando en el espectador que vivirá las situaciones de la misma forma que esa mujer anulada por un mundo machista.
Anahí Berneri demuestra con su tercera película la ductilidad a la hora de crear climas en el marco de lo cotidianidad, como su brillante mano para la dirección actoral. Por tu culpa no nos cuenta una historia fácil de digerir, pero sí es una películas que nos va hacer reflexionar sobre los roles que ejercemos en la vida. Una película inteligente que muestra lo que ningún hombre se va atrever a mostrar ya que no sería políticamente correcto.






Ideas from the Taos Institute


Para leer(en inglés)

SAVE THE CHILDREN Violencia contra la Niñez parte I


Material enviado por Mónica Casagrande

Se presentará en varias partes

PARTE l

PRESENTACIÓN GLOBAL DE
LA ALIANZA INTERNACIONAL SAVE THE CHILDREN
ESTUDIO DE LA ONU SOBRE LA VIOLENCIA CONTRA LA NIÑEZ


10 puntos de aprendizaje esenciales
Escuchar y pronunciarse contra el abuso
sexual a niñas y niños


Basado en informes de país de Save the Children
en Canadá, Colombia, Brasil, Nicaragua, Siria,
Suráfrica, Mozambique, Ruanda, Uganda,
Bangladesh, Nepal, España y Rumania

Título original en inglés
Global submissions by the International Save the Children Alliance
UN Study on Violence Against Children
10 Essential Learning Points
Listen and speak out against sexual abuse of girls and boys

Traducido al castellano por Claudia Ferreira Talero y
Margarita Cruz Valladares

Publicado por
La Alianza Internacional Save the Children
El grupo de trabajo sobre niñez y violencia
coordina la labor de Save the Children en lo que
concierne al estudio de la ONU: Lena Karlsson
(presidente),Clare Feinstein, Helena Gezelius,
Turid Heiberg, Elizabeth Jareg, Alana Kapell,
Raví Karkara, Florence Martín y Mali Nilsson.
El grupo de trabajo colabora estrechamente con
las personas focales nacionales y regionales de
la Alianza Save the Children, quienes están
contribuyendo de forma activa al proceso del
estudio de la ONU.

Gerente de proyecto y editor:
Turid Heiberg, Save the Children, Noruega
El informe se basa en informes de país
redactados por investigadores y por
miembros del equipo de investigación:
Rumania: Georgeta Paunescu, Gina Badiu,
Andreea Biji, Petre Matei, Madalina Moldovan,
Mihaela Manole. España: José Manuel Alonso
Varea, Pepa Horno Goicoechea. Bangladesh: A
K M Masud Alí. Canadá: Katherine Covell.
Colombia/Brasil: Clemencia Ramírez Herrera,
Carlos Iván García, Liliana Orjuela López,
Marcia Pregnolatto, Nara Menezes, Ana
Dourado, Rocío Mojica, Roger Dávila.
Suráfrica: Aislinn Delany. Siria: Daad Moussa.
Uganda: Silverius Sewannyana, Florence
Nangendo, Moses Sebunya, John Semakalu,
Lukanga Musisi Samuel y Dipak Naker. Nepal:
Keshari Kansakari. Ruanda: Marguerite
Winther Ravn. Mozambique: Antonio Feniasse
Bero y Joaquim Matavele, Anabele Amude,
Carlos Lauchande, Maria das Dores Francisco,
Sonia Seuane, Samaria Tovela. Nicaragua:
Eliette Valladares, Rodolfo Peña.
Coordinadores del informe de país
Elizabeth Sundstrom, Rana Noueiri, Ulrika
Sonesson, Lisa Sekaggya, María Inés Cuadros
Ferre, Luz María Sequeira, Oswaldo Montoya,
Alana Kapell, Gabriela Alexandrescu, Daniela
Munteanu, Sita Ghimire, Helene Andersson
Novel, Paula Simbine, Pepa Horno Goicoechea.
Grupo de Referencia
Elizabeth Jareg, María Inés Cuadros Ferre, Pepa
Horno Goicoechea, Roberta Cecchetti, Vernon
Jones, Tapfumanei Kusemwa (Naira Khan),
Ravi Karkara.
Este informe es producido y financiado por
Save the Children Noruega
Derecho de autor @ Save the Children Noruega,
2005
ISBN: 82-7481-132-1
Revisión de texto: Henrik Kjaerumy Paula
McDiarmid
Diseño gráfico: Sverre Bruun e Inge Lie/
Vintage Media
Ilustraciones: Inge Lie
Para copias adicionales de este informe favor
contactar:
Save the Children Noruega
anne.birkeland@reddbarna.no
Teléfono: +4722990900

http://www.reddbarna.no/

Bajar el informe de:

http://wwww.reddbarna.no/default.asp?V_ITEM_ID=2210

Visión:
Save the Children lucha por los derechos de la
niñez y consigue mejoras inmediatas y
duraderas en las vidas de niños y niñas de todo
el mundo
Misión:
Save the Children trabaja por:
Un mundo que valore y respete a todos los niños
y niñas
Un mundo que escuche a los niños y niñas y
aprenda de ellos
Un mundo donde todos los niños y niñas tengan
esperanza y oportunidad
La Alianza Internacional Save the Children
está aportando al Estudio sobre la violencia
contra la niñez impulsado por el Secretario
General de Naciones Unidas, mediante su
participación en la organización de las
consultas de la ONU en las regiones,
preparando informes temáticos a nivel de
país, regional e internacional y en acciones
de seguimiento. La participación
significativa y ética de los niños, y la
equidad de género constituyen la prioridad
esencial para la participación de Save the
Children en el estudio de la ONU. Este
informe es uno de tres aportes temáticos
globales al estudio de la ONU; los otros dos
se enfocan en el castigo físico y humillante,
y en los niños en conflicto con la ley.
Save the Children secunda a un experto en
participación de niñas y niños, en apoyo a la
secretaría del estudio de la ONU, y ha publicado
versiones de los principales documentos en un
formato adaptado para la niñez. Se ha preparado
un conjunto de herramientas para promover la
participación significativa y ética de niños y
niñas en el estudio, y la región de Asia del Sur y
Central ha concluido una película preparada por
los niños y titulada “La niñez alza su voz contra
la violencia hacia las niñas y los niños”.
Save the Children hizo también un aporte sobre
la violencia basada en el género. Para explorar
los posibles resultados del estudio, Save the
Children publicó un documento para el debate
desde un enfoque basado en los derechos de la
niñez, titulado: Tras el estudio de la ONU ¿cuál
es el siguiente paso?

Índice
Prólogo
Resumen ejecutivo y principales recomendaciones
Primera parte
1. Introducción: Para volver a confiar
Culpando a la víctima
En perpetuo temor a la violencia
Vínculos entre diferentes formas de violencia
Para romper el círculo vicioso de la violencia
Ganar confianza
2. Propósito y metodología
Metodología
3. Definición de abuso sexual y explotación infantil
Abuso de poder y conquista
4. Magnitud del abuso sexual en un enfoque de entornos
¿Qué dicen las estadísticas y la investigación?
¿Dónde ocurre el abuso?
Segunda parte
Los diez puntos de aprendizaje esenciales:
1. Escuchar a las niñas y los niños
El derecho de la niñez a la participación
¿Qué dicen los niños y las niñas sobre el abuso sexual infantil?
Diez recomendaciones de los niños y las niñas contra el abuso sexual infantil:
1. El abuso sexual es malo y no debe suceder
2. Dígales que dejen de hacerlo – es difícil admitirlo
3. Es muy difícil salirse de la explotación sexual y del comercio sexual
4. Escúcheme y créame lo que le digo
5. Hábleme y esté para mi cuando lo necesite
6. Necesito sentirme seguro y protegido, y decidir cómo se va a manejar mi caso
7. Quiérame, apóyeme, nosotros los niños sabemos lo que necesitamos
8. Ayúdeme a resolver las cosas
9. Dejen que mi abusador se responsabilice por lo que hizo
10. No me pongan etiquetas y déjenme vivir mi vida
Las buenas prácticas en lo que respecta a brindarle un espacio a la niñez y escucharla.
Recomendaciones
2. Justicia para la niñez
Introducción
Aprendizaje: Cambio de leyes
Leyes y protección por país
Buenas prácticas en lo que respecta a la justicia para la niñez
Recomendaciones
3. Una responsabilidad compartida para prevenir el abuso sexual infantil: El enfoque multisectorial y multidisciplinario
Introducción
Aprendizaje: Problemas con la puesta en práctica
Retos para brindar un enfoque multisectorial y multidisciplinario
Buenas prácticas en la cooperación y la gestión conjunta
Recomendaciones
4. Un lugar para las niñas y los niños en nuestros corazones: Apropiación de la
comunidad y el reto de los adultos
Introducción
Aprendizaje: Cambios en comportamiento y prácticas que son importantes
Retos en la construcción del apoyo comunitario para las niñas y los niños
Buenas prácticas en el apoyo comunitario
Recomendaciones
5. El origen del problema: Sexualidad, poder y cultura
Introducción
Aprendizaje: Muchas causas del abuso sexual infantil
El origen del problema desde la mira de los países participantes
Recomendaciones
6. Responsabilizar al abusador
Introducción
Aprendizaje: El tratamiento que se da a los ofensores
Abuso infantil por país
Buenas prácticas en el manejo de los perpetradores
Recomendaciones

7. La participación de los niños y las niñas, y la educación en un entorno amigable Introducción
Aprendizaje: Los derechos de la niñez: un nuevo concepto
Obstáculos para crear un entorno amigable hacia la niñez
Buenos prácticas en el fortalecimiento de la participación infantil y la educación de
calidad
Recomendaciones
8. La amenaza mortal: El sida
Introducción
Aprendizaje: Reflexiones sobre las causas del vih/sida e iniciativas para combatirlo
El vih/sida que ocurre en los países
Buenas prácticas y orientación para el manejo del vih/sida
Recomendaciones
9. Transmisión de nuestro mensaje mediante la incidencia
Introducción
Aprendizaje: Cabildeo e incidencia
Experiencias en incidencia en los países
Recomendaciones
10. Aprendizaje del proceso: Seguimiento, evaluación y elementos de calidad
Introducción
Aprendizaje: Necesidad de datos adecuados
Procesos de aprendizaje en los países
Recomendaciones
Referencias

Prólogo
Desde que se nace y durante toda la vida, la confianza es fundamental para el desarrollo humano, el bienestar y el funcionamiento normal. Sin la capacidad de creer plenamente y dedicar tiempo a nuestros congéneres, corremos el riesgo de vivir vidas aisladas, llenas de incertidumbre y
suspicacia, que suplantan el amor y la alegría de la amistad. Una vez que se pierde la confianza, es difícil recuperarla, especialmente porque esa pérdida conlleva la destrucción de la autoestima.
Aprender a confiar, y vivir y establecer relaciones de confianza, al principio mediante los vínculos tempranos con el entorno familiar, es parte esencial de la niñez y está íntimamente relacionada con la capacidad de amar y de sentir empatía.
Todas las formas de violencia contra la niñez, pero sobre todo el abuso sexual perpetrado por
personas en las que los niños confían y hacia quienes sienten lealtad, destruye para siempre los
sentimientos básicos de felicidad, protección y seguridad que se asocian a la presencia de esa
persona. Esta enorme e irreparable pérdida es el precio que pagan los abusadores y que sufren los niños y las niñas, pero que rara vez se reconoce. La muerte de una madre o de un padre, aunque trágica para un niño, puede llorarse, al tiempo que se atesora el recuerdo de la relación. La mayoría de los niños se recuperan de esas pérdidas. Perder al padre o a la madre porque se convirtieron en algo peligroso e incomprensible, deja para toda la vida un permanente sustrato de pesar y desesperación.
Las voces de niñas y niños en este destacado informe, editado por Turid Heiberg, que condensa
investigaciones sobre la violencia sexual contra niños y niñas en 13 países, deja al lector sin
ninguna duda en cuanto al impacto que el abuso ha tenido sobre esos niños y niñas en su proceso de crecimiento. El hecho de que gran parte de los abusos ocurran en el entorno familiar, significa
también que tiende a volverse una acción repetitiva, que suele comenzar en la infancia y se
prolonga por varios años. El miedo, los confusos sentimientos de lealtad, el no entender lo que les
está pasando y el no contar con adultos confiables y comprensivos, a diario atrapa a millones de
niñas y niños en impenetrables barreras de silencio. Aprendemos de qué manera el abuso en el
hogar puede influir en los caminos de la vida cuando los niños deciden abandonar sus familias en
pos de un mundo más seguro, sólo para seguir siendo explotados como objetos comerciales.
Como una aparente paradoja, pero por supuesto, debido al hecho de que la inmensa mayoría de las familias no abusan de sus hijos e hijas, la investigación muestra que el número cada vez mayor de niñas y niños que no cuentan con la protección de sus familias son especialmente vulnerables al abuso. Debido al abrumador número de niños y niñas que pierden a sus padres y madres por causa de la pandemia del vih/sida, nunca antes había habido tantos niños y niñas en el mundo sin sus progenitores. La protección de los derechos de esos niños y niñas presenta retos singulares.
Las historias de las niñas y los niños revelan que aparentemente hay una enorme falta de empatía detrás del comportamiento predatorio de los miembros de la comunidad adulta, que se plasma en las numerosas maneras en que buscan la explotación sexual de niñas y niños para su propia gratificación o lucro económico. Con la introducción de Internet y el incremento de los viajes internacionales, lo que antes era local o nacional, se ha vuelto global.
En las niñas y niños que han vivido y sobrevivido a este tipo de experiencias en su infancia,
coexisten la vulnerabilidad y la resiliencia. Son como árboles en islas azotadas por los vientos,
golpeados por tormentas, doblegados, pero aferrados con determinación, adaptándose para poder vivir. Estos son los niños y niñas con quienes nosotros los adultos necesitamos establecer alianzas fuertes para empezar a ‘romper el silencio’. Primero tenemos que ganarnos su confianza y respeto, y ellos no deben dudar de nuestra confianza y nuestro respeto.
Pero hay esperanza. El informe enumera muchos ejemplos de iniciativas locales, nacionales e
internacionales dirigidas a abordar la violencia sexual y otros tipos de violencia contra la niñez. Lo que se necesita ahora es que los gobiernos den respuestas concertadas y comprometidas. Si bien se reconoce plenamente la compleja dinámica de las funciones de género y las diferencias de poder entre hombres y mujeres, y también que el avance de las mujeres y la evolución de roles
masculinos más protectores son componentes esenciales para abordar todas las formas de abuso, las niñas y los niños no pueden esperar a que esto suceda. «Su nombre es hoy y no pueden esperar hasta mañana»1 reiteran las voces de las niñas y los niños en este informe: ¡Actuemos ya!
Este informe es un aporte para el estudio global —primero en su género— sobre la violencia contra la niñez realizado por las Naciones Unidas, actualmente en preparación. Es el primer estudio de la ONU que de manera convincente involucra a niños y niñas de todo el mundo, reconociendo y apoyando el papel esencial que desempeñan en el combate contra todas las formas de violencia y en el esfuerzo por hacer del mundo un lugar más confiable.
Juntos, debemos convencer al mundo entero de que no hay nada más honorable que proteger, amar, respetar y cuidar a la nueva generación, y nada más deshonroso que dejar de hacerlo.
Elizabeth Jareg
Asesora en jefe
Save the Children Noruega
REPRESENTANTE DE LA ALIANZA SAVE THE CHILDREN EN EL PANEL DE ASESORES
PARA EL ESTUDIO DE LA ONU SOBRE LA VIOLENCIA CONTRA LA NIÑEZ.

1 Gabriela Mistral, ganadora del Premio Nóbel de literatura, Chile.

Resumen ejecutivo y principales recomendaciones

«Se deben hacer todos los esfuerzos posibles por crear un mundo libre
de abuso sexual infantil, donde las niñas y los niños puedan vivir
libremente sin temor alguno a que se abuse de ellos.»

NIÑO DE UGANDA

1. Antecedentes

El estudio del Secretario General de la ONU sobre la violencia contra la niñez brinda la oportunidad de pronunciarse en contra del abuso sexual en niñas y niños, y de identificar maneras de abordar esta grave trasgresión de los derechos humanos de la niñez. Dos congresos mundiales1 abonaron el camino para que los gobiernos y el público reconocieran la explotación sexual infantil, y el momento es propicio para realizar acciones concertadas que efectivamente protejan a niñas y niños contra todas las formas de explotación y abuso sexual.
El tema del abuso sexual infantil merece que la comunidad mundial lo tome en serio. Es una invasión de la zona más íntima de un niño, una trasgresión a la integridad física y sicológica, y de las normas morales del niño y de la sociedad. Crea temor en la niña o el niño y puede causarle daño físico y mental de por vida. El estigma y la vergüenza que rodean al abuso sexual infantil en todas las sociedades, a menudo llevan a que el niño enfrente a solas el daño que sufre. La revelación del abuso rara vez conduce a la condena del abusador, y más bien se culpa y se juzga al niño.
La legislación internacional, en particular la Convención sobre los derechos de la niñez, establece normas para la protección de niñas y niños contra todo tipo de violencia, pero las leyes nacionales y el derecho consuetudinario, las prácticas tradicionales, los sistemas de justicia y los sistemas de bienestar infantil no
brindan una protección adecuada a la niñez. Por lo general, en muchos lugares y situaciones no se da prioridad y se desestima la puesta en práctica de los derechos de la niñez, incluido su derecho a la protección. Como consecuencia de ello, a los niños y niñas se les niega el pleno disfrute de sus derechos, el desarrollo de sus capacidades y su participación efectiva en la sociedad.
1.1. La participación de Save the Children
Los miembros de la Alianza Internacional Save the Children tienen una larga experiencia de trabajo —en
diferentes países y en una gran diversidad de culturas y contextos— con niñas y niños que son víctimas de
abuso sexual y de explotación y que están en situación de riesgo. Algunos de los miembros también han
trabajado con jóvenes trasgresores, para mejorar el conocimiento en cuanto a la prevención de ese tipo de
delitos.2 Save the Children tuvo una importante presencia en los dos congresos mundiales, y de continuo
refuerza su trabajo en contra de todas las formas de abuso sexual infantil, en el ámbito internacional y
regional. Se hace hincapié en la importancia de escuchar a los propios niños y niñas a fin de lograr una
mejor comprensión del problema, y de asegurar que las medidas de protección estén adaptadas para la niñez.
La política de protección a la niñez de la Alianza Internacional Save the Children3 refleja la responsabilidad
de Save the Children —tanto a nivel institucional como de cada uno de los miembros de su personal— de
trabajar en pro de la satisfacción de los derechos de la niñez, brindándoles protección contra la violencia,
incluido el abuso sexual. La política asegura que todo el personal esté consciente de los riesgos del abuso
infantil y sepa qué medidas tomar cuando surja la preocupación en cuanto a la seguridad de niñas y niños.
1 Congresos mundiales de Estocolmo y Yokohama contra la explotación sexual comercial de niñas y niños, 1996 y 2001.
2 Un buen ejemplo es la clínica para niños varones en el centro sueco de Save the Children para niños, niñas y adolescentes en crisis.
3 La política está disponible en www.savethechildren.net
El personal, los voluntarios y los socios deben firmar y acatar un código de conducta, y se espera que cada
miembro de Save the Children cuente con mecanismos para el seguimiento y la presentación de informes.
Save the Children decidió aprovechar la oportunidad que le brindara el estudio de la ONU sobre violencia
contra la niñez. La siguiente visión y objetivo han sido la guía de su labor:
La visión

Se hará realidad el derecho de todo niño y niña a una vida libre de violencia.
El objetivo

Todas los integrantes de la sociedad reconocen todas las formas de violencia contra niñas y niños, y
actúan para eliminarlas, a fin de que se cambie el comportamiento, las actitudes y las prácticas de las
personas en lo que respecta a los derechos de la niñez.
Se otorga prioridad a tres temas específicos: al castigo físico y degradante; a los niños y niñas en conflicto
con la ley; y al abuso sexual contra niñas y niños. La participación significativa y ética de la niñez, y la
violencia basada en el género, son las prioridades esenciales y transversales. Este informe es el resultado del
proyecto diseñado para presentar los puntos de aprendizaje de casi dos décadas de incidencia y de trabajo
programático en torno al abuso sexual contra la niñez.
El trabajo de Save the Children se basa en los principios del Programa sobre los derechos de la niñez, que
incluyen la participación de la niñez, la rendición de cuentas y la no discriminación, a la par de la equidad de
género. El trabajo desde la perspectiva del Programa sobre los derechos de la niñez significa abordar las
causas fundamentales de las trasgresiones de los derechos, reconociendo a la niñez como derechohabiente y
actor social, así como la responsabilidad de los gobiernos de abordar y emprender acción contra la violencia.
Asimismo, significa reconocer que las madres, los padres y los familiares son los principales proveedores de
atención, y apoyarlos y protegerlos en el cumplimiento de su función. La perspectiva del Programa sobre los
derechos de la niñez implica usar enfoques participativos y empoderantes, y trabajar en asociación y alianza
para promover los derechos de todos los niños y las niñas, y para abordar la violencia contra la niñez.
1.2 Definición
Save the Children define el abuso sexual y la explotación infantil como: «...la imposición de actos sexuales,
o de actos con connotación sexual, a un niño o niña, por parte de una o más personas.»
4
El abuso sexual infantil se refiere al acto abusivo inmediato contra un niño o niña, y es la base de la
explotación de ese niño o niña; incluye manoseo indecente, penetración y tortura sexual, así como
exposición indecente, el uso de un lenguaje sexual explícito dirigido al niño o niña, y mostrar material
pornográfico. Las personas que abusan sexualmente de un niño o niña pueden tener una relación emocional
o profesional con ese niño o niña, en la que explotan su posición de confianza y poder. Sin embargo, los
niños y las niñas pueden ser sexualmente explotados por abusadores o terceras partes que tienen un interés
comercial o de explotación en el niño o niña.
La edad establecida por la ley para dar consentimiento define cuándo se considera que un niño o niña tiene
la suficiente madurez para consentir la práctica de relaciones sexuales mutuamente deseadas. En algunos
países, esa edad es de apenas doce años, y la edad socialmente aceptada puede ser incluso menor. Sin
embargo, al ratificar la Convención sobre los derechos de la niñez, los Estados parte se comprometen a
proteger a cualquier niña o niño menor de dieciocho años contra todas las formas de abuso sexual.
4 La Alianza Internacional Save the Children (2003 ) La política de Save the Children: Protección para la niñez contra el abuso sexual y la explotación. La política está disponible en www.savethechildren.net

1.3 Metodología
En el presente estudio han participado trece países del programa de Save the Children, como son Canadá,
Colombia, Brasil, Nicaragua, Suráfrica, Mozambique, Ruanda, Uganda, Siria, Nepal, Bangladesh, Rumania
y España, que se han basado en sus propias experiencias y en las de sus socios, así como en las de los
gobiernos y de la sociedad civil, en el combate contra el abuso sexual infantil dentro de varios contextos
culturales, socioeconómicos, políticos y religiosos. A los participantes se les solicitó elaborar informes de
país en los que se hiciera un análisis de la situación concerniente a los datos existentes y al marco jurídico,
se identificaran las buenas prácticas y lecciones aprendidas, y se facilitara la participación de niños y niñas
en el estudio.
La recopilación y el análisis de la información se guiaría por diez puntos de aprendizaje esenciales —las
revelaciones y las ‘principales joyas’ del aprendizaje de Save the Children en dos décadas de experiencia en
materia de incidencia y de práctica programática. Los puntos de aprendizaje abordan el ciclo de los
programas y de la incidencia, y se basan en un enfoque pro derechos de la niñez.
Los estudios de país se basan en fuentes secundarias y en la recopilación de datos primarios. Los
investigadores utilizaron los datos más recientes y el material disponible, y basaron sus análisis en datos
cuantitativos, entrevistas, discusiones con grupos focales conformados por profesionales, niños y niñas,
talleres y estudios minuciosos de las investigaciones disponibles. Se pretendía que las investigaciones y el
diálogo con niñas y niños se hicieran de conformidad con las directrices de Save the Children5 concernientes
a la participación significativa y ética de niños y niñas en las investigaciones.
A partir de los tres estudios de país, el editor tuvo bastante libertad para seleccionar y editar los contenidos,
y es el responsable del análisis final. Las referencias que se hacen provienen de los estudios de país y no de
las fuentes primarias, y sólo se hacen cuando no es obvio a qué informe de país se refiere el texto. Todos los
informes de país se incluyen en una lista al final del informe.6
En este resumen ejecutivo, el material está organizado de modo que esté acorde con el formato del estudio
de la ONU, e incluye los principales entornos ya que la mayor parte del material de los estudios de país es de
relevancia para esos escenarios.
2. Prevalencia/ magnitud

Tanto las niñas como los niños son objeto de abuso y explotación sexual. Por lo general, las niñas corren un
mayor riesgo, aunque a veces el riesgo es mayor para los niños, debido a las fuertes barreras culturales en
contra de las relaciones sexuales extramaritales con mujeres. Los ofensores son en su mayoría hombres,
pero también hay mujeres, y puede haber abuso sexual de un niño o niña hacia otro niño o niña.
El sigilo en torno al abuso dificulta que se pueda determinar la magnitud del problema, dado que la mayoría
de los incidentes de abuso sexual infantil no se reportan. Los estudios de país muestran que se han realizado
frecuentes investigaciones sobre abuso sexual vinculado con ciertos grupos, como son las niñas que se
consideran en situación de riesgo, y que se ha puesto atención a ciertos aspectos, como es la trata de
personas. Pero en general, todavía se cuenta con muy pocos estudios investigativos sobre aquellos casos en
que ocurre el abuso sexual, y sobre las niñas y niños sexualmente abusados y sus perpetradores.
No existen bases de datos centrales ni sistemas de seguimiento que reúnan las estadísticas disponibles sobre
el abuso sexual infantil. No obstante, los registros de la policía y los datos recopilados entre agencias
públicas, proveedores de servicios, encuestas académicas e investigaciones realizadas por organizaciones no
gubernamentales, muestran una y otra vez que hay abuso sexual contra la niñez. Sin embargo, es preciso
5 Véase: So You Want to Consult with Children and So You Want to Involve Children in Research. [De manera que desea consultar
con los niños y niñas e involucrarles en las investigaciones]. Disponible en www.savethechildren.net
6 En este informe se incluyen dos estudios de Uganda y Mozambique. A menos que se indique lo contrario, el texto se refiere a los
estudios de Sewannyana et.al / Uganda y Save the Children Noruega en Mozambique.
tener cautela al evaluar los datos existentes, ya que se utilizan definiciones diferentes y varía la
representatividad. Los estudios de país también señalan el temor al abuso sexual que sienten muchas niñas, y
también los niños, y destacan la importancia que tiene esa forma de violencia en las vidas de niños y niñas.
Los estudios de país indican que el abuso sexual y la explotación infantil están aumentando. No queda claro,
sin embargo, cuánto de esto se debe a un incremento en el número de incidentes y cuánto a que ha
aumentado la denuncia de los casos. En términos generales, el creciente conocimiento de que el abuso
sexual infantil es un delito, aunado a la promoción de la denuncia y a una mayor comprensión por parte de la
policía y del personal de salud, a la disponibilidad de servicios jurídicos gratuitos y a la sensibilización en
las escuelas, en las comunidades y a través de los medios, constituyen todos factores que promueven la
denuncia. Por otra parte, la evidencia indica claramente que hay una creciente actividad delictiva relacionada
con el tráfico sexual de niñas y niños, con su explotación por parte de personas viajeras y con la explotación
sexual y otros delitos vinculados a la pornografía y el Internet.
3. Conclusiones y recomendaciones
El análisis de los estudios de país indica que el abuso sexual contra niñas y niños tiene lugar en todos los
ámbitos del estudio de la ONU. A pesar de la falta de datos, está claro que la mayoría de los perpetradores
son personas conocidas para el niño o la niña. El perpetrador suele ser una persona de sexo masculino, y lo
más inquietante es que, muchas veces es alguien en quien el niño o la niña debería poder confiar para que le
proteja, como sería el padre o el padrastro, un hermano o un amigo, un oficial de la policía, un líder religioso
o un docente.
El primer paso vital es que el niño o niña se atreva a contárselo a alguien. Así pues, la disposición de los
adultos a escuchar a niños y niñas es crucial para protegerles contra el abuso sexual. Muchos padres y
madres practican lo que sólo puede tildarse de conspiración de silencio en torno a temas de índole sexual, y
al abuso sexual en particular. Podría ser que los docentes y otros adultos que trabajan con la niñez tuvieran
prohibido, o les resultara muy difícil, dar información sobre temas sexuales a niños y niñas.
Si un niño o una niña que ha sido abusado sexualmente no puede encontrar a nadie con quien hablar ni a
quien pedirle protección, es probable que el abuso continúe.
Lo mismo podría suceder cuando se denuncia el abuso. Lamentablemente sigue habiendo una abrumadora
evidencia de que los niños y niñas sexualmente abusados corren un riesgo mayor de seguir siendo
victimizados una vez que denuncian el abuso. Este es el caso en muchos entornos educacionales, en el lugar
de trabajo, en sistemas de justicia formales e informales, e incluso dentro del sistema de protección de la
niñez. Hay también casos de miembros de la familia que asesinan a sus hijos o hijas por el hecho de haber
sido violados. Por lo general, las actitudes subyacentes hacia las niñas y los niños muestran una obvia
necesidad de educación en torno a los derechos de la niñez, así como de enjuiciar a los perpetradores.
Una importante conclusión es que las diferentes formas de violencia contra niñas y niños están
interrelacionadas. Por ejemplo, es común que una niña o niño que es sexualmente abusado ya haya vivido
otras formas de violencia. Las niñas y los niños que han huido de sus hogares suelen dar como principal
razón la violencia y el abuso por parte de sus progenitores. Una vez que dejan sus hogares, se vuelven
vulnerables a mayor violencia y al abuso sexual en la comunidad, en las calles, en las instituciones y en el
trabajo. Este efecto secundario de la violencia, del abandono y del abuso sexual no debe subestimarse,
puesto que les deja sin protección alguna contra la explotación sexual. Los miembros de los hogares
encabezados por niños o niñas también están particularmente en riesgo.
Es así que, conforme va creciendo, ese mismo niño o niña puede ser víctima de diferentes perpetradores en
varios entornos.
Una niña o niño puede sufrir a diario acoso sexual y violación, e incluso nacer en esclavitud sexual, como
por ejemplo, cuando crece en un prostíbulo. Niñas y niños pueden ser abusados a cualquier edad, y varios estudios señalan que la edad promedio está bajando cada vez más. El abuso puede ser también
extremadamente violento, y ser perpetrado por varias personas a la vez.
Los estudios señalan que las niñas y niños con discapacidades tienen aún mayores probabilidades de ser
abusados sexualmente. La pobreza y la pertenencia a un grupo étnico en situación de desventaja también
pueden ser factores de riesgo. El abuso de drogas y de sustancias tóxicas, y las situaciones de guerra, de
conflicto y de desastres naturales, pueden ser otras situaciones que propicien el abuso sexual y la explotación
de la niñez. En general, la alta incidencia de abuso sexual indica que hay muchos niños y niñas en riesgo, y
que ciertas situaciones aumentan el riesgo.
Las acciones dirigidas a combatir el abuso sexual infantil suelen ser iniciativas y proyectos especiales, en
vez de formar parte integral de todas las políticas de gobierno concernientes a la atención y protección de la
niñez. Suele considerarse que los perpetradores son un pequeño grupo de extraños con desviaciones
sexuales a quienes se tilda de pedófilos. Este enfoque en la desviación sexual puede llevar a una
subestimación de la alta incidencia del abuso sexual infantil y de temas como el poder y el control. Los
perpetradores identifican a sus víctimas, las conquistan, las manipulan, las abusan y las acallan, valiéndose
del hecho de que nadie presta oídos a la niñez.
El abordaje de las causas fundamentales subyacentes rara vez se reconoce como una obligación del Estado.
Estas causas fundamentales incluyen la inequidad de género, los tabúes en torno a la sexualidad, los
desequilibrios de poder, la pobreza, y las creencias culturales que afectan a la niñez en sus hogares y
comunidades. Asimismo, son pocas las organizaciones no gubernamentales que abordan ‘el lado de la
demanda en el abuso sexual’ y que abarca los patrones de comportamiento sexual masculino en la sociedad.
3.1 Obligaciones internacionales
El abuso sexual y la explotación infantil trascienden las fronteras nacionales y son un asunto que concierne a
la comunidad mundial a través de Naciones Unidas y de otros órganos internacionales. El consenso
internacional de que la violencia y el abuso sexual son trasgresiones graves e inaceptables de los derechos
humanos de la niñez, es importante para poner en práctica medidas y mecanismos de seguimiento a nivel
internacional, regional y nacional. Existen mecanismos internacionales para asegurar y coordinar las
medidas especiales que protegen los derechos de la niñez y para dar seguimiento a la implementación
gubernamental de los instrumentos que los propios gobiernos han ratificado.
El estudio de la ONU brinda una excelente oportunidad para fortalecer el compromiso y las acciones contra
el abuso sexual infantil a todos los niveles, incluido el global.
Recomendaciones:
• El estudio de la ONU debe establecer una definición sobre el abuso sexual y la
explotación infantil; asegurar que dicha definición aclara la protección de todos los
niños y niñas menores de 18 años a fin de orientar a los gobiernos en lo que respecta a la
edad legal para el consentimiento, a las leyes que atañen al matrimonio y a las prácticas
tradicionales.
• Promover la implementación de las normas internacionales para prevenir el abuso y la
explotación sexual y proteger a la niñez contra esas prácticas.
• Asegurar que, de conformidad con el mandato emanado de los mecanismos de derechos
humanos, la violencia y el abuso sexual contra la niñez se reportan ante la Comisión
sobre derechos humanos y ante otros órganos relevantes de la ONU.
• Procurar que en todos los informes destinados al Comité de la ONU sobre los derechos
de la niñez, se incluyan las voces de los niños y las niñas, y la información que ellos
mismos aporten.
• Durante las misiones de investigación, los relatores especiales deben consultar, toda vez
que sea posible, a los grupos y a las organizaciones de niñas y niños pertinentes.
3.2 Obligaciones del Estado

Un avance positivo es que en la mayoría de los trece países se ha enmendado el Código Penal y se han
promulgado nuevas leyes a fin de cumplir con las normas internacionales, en particular con la Convención
sobre los derechos de la niñez. La protección contra el abuso sexual infantil se ha incluido en las
Constituciones de algunos países. Sin embargo, aún quedan muchos desafíos en cuanto a su implementación,
lo que a veces tiene que ver con incorporar el derecho consuetudinario y las tradiciones asociadas con éste a
esta nueva perspectiva jurídica. Por estas y otras razones, muchos niños y niñas enfrentan serias dificultades
para tener acceso a la justicia, una situación que los abusadores aprovechan para escapar del castigo. Esto
aumenta la impunidad, y con ella, aumentan también el temor a hacer la denuncia y la desconfianza en el
sistema jurídico. En ocasiones, la situación propicia que se hagan arreglos extrajudiciales, que no
necesariamente consideran el interés superior de la niña y el niño.
Los ejemplos de buenas prácticas, en lugar de ser la norma, suelen provenir de iniciativas y proyectos
especiales que incluyen diversas acciones dirigidas a promover sistemas judiciales amigables para la niñez,
además de una estrategia de empoderamiento de la víctima, todo esto con miras a apoyar al niño o niña que
esté brindando testimonio. Antes del juicio, al niño o niña se le puede familiarizar con el tribunal y los
procesos judiciales, y tiene la posibilidad de brindar evidencia colocándose tras una pantalla, mediante
entrevistas grabadas en video o mediante circuito cerrado de televisión.
La asesoría jurídica gratuita es otro tipo de iniciativa que puede ser de enorme importancia, dado que por lo
común, los niños y las niñas, aun cuando cuenten con el apoyo de sus familias, no pueden pagar los costos
de llevar su caso ante los tribunales.
La mejor práctica es brindar a los niños y niñas sexualmente abusados algún tipo de servicio integral y
adaptado para la niñez. Esto debería facilitar el proceso jurídico y el seguimiento médico y sicosocial,
reduciendo así el estrés de la víctima, ya que sólo tendrá que explicar su caso a un número limitado de
profesionales especialmente capacitados, y al mismo tiempo se le brindará atención y apoyo. Como parte del
seguimiento jurídico, en varios lugares se ofrece consejería sicosocial y lugares seguros. Los miembros de la
familia que no son abusivos y que tienen una relación estrecha con la víctima también se benefician de la
consejería y del apoyo sicosocial. Se cuenta con protocolos y directrices multidisciplinarios para la gestión y
coordinación de los casos, y el personal trabaja para sensibilizar a los profesionales, a las autoridades, a las
comunidades y a los diversos proveedores de servicios involucrados. Tales sistemas promueven el interés
superior de la niñez y mejoran los métodos para recabar la evidencia.
Los casos de abuso sexual infantil a veces se abordan en otras instituciones fuera del sistema judicial. Por
ejemplo, en aquellos casos en que el abuso fue perpetrado por un miembro de la familia, puede juzgar el
caso un servicio de protección a la niñez. En ese caso, ‘la probabilidad’ reemplaza a ‘fuera de toda duda
razonable’, y el apoyo a la familia reemplaza las respuestas de la justicia penal. En otras áreas, los consejos
locales pueden mediar de una manera que sea adaptada para la víctima. La consejería que se otorgue a la
familia puede ser importante para abordar el abuso infantil y, de ser posible, no debe separarse al niño o niña
de su familia. Si alguien va a ser separado de la familia más bien debe de ser el abusador. Es importante, sin
embargo, que estos sistemas adicionales o alternativos se guíen por un sistema jurídico para así proteger el
interés superior de la niñez y asegurar que el abusador no está engañando ni amenazando a la familia para
que retire los cargos ante la justicia.
Existen tribunales especializados para ventilar delitos sexuales o temas de la niñez. Se han propuesto
servicios judiciales móviles en un esfuerzo por cubrir países enteros.
Otros tipos de iniciativas obligan a los profesionales a reportar casos de abuso sexual infantil, y no hacerlo
constituye un delito bajo el derecho penal. Esto puede ayudar a visibilizar el problema y a combatir la
conspiración del silencio.
En los trece países que se incluyen en este estudio hay ejemplos de iniciativas multisectoriales y
multidisciplinarias, pero poca evidencia de marcos de políticas nacionales que propicien la cooperación
entre sectores de modo sostenido y cohesionado. La falta de recursos humanos y financieros suele ser un
obstáculo para las iniciativas, las que también pueden limitarse a ciertos temas del abuso sexual, como es la
trata de personas, o bien centrarse en la cooperación entre unos pocos sectores. Muchas veces, el sistema
nacional de protección infantil depende en gran medida de la sociedad civil para ofrecer servicios sociales a
la niñez. Sin embargo, las organizaciones no gubernamentales no pueden reemplazar la responsabilidad del
Estado de brindar un sistema de protección infantil holístico.
Recomendaciones7:
• Desarrollar y poner en práctica leyes nacionales para proscribir el abuso sexual y
todo tipo de violencia en contra de la niñez, de conformidad con las normas
internacionales de derechos humanos, y difundir el conocimiento de las leyes.
• Desarrollar un marco nacional de políticas basadas en los derechos de la niñez, con
claras estrategias para prevenir el abuso sexual infantil y dar protección a la niñez, y
que incluya un fuerte componente de seguimiento y evaluación. Las políticas deben
atacar las causas fundamentales y asegurar servicios de calidad para todas las
víctimas.
• Que el gobierno establezca una cooperación multisectorial y multidisciplinaria entre
ministerios, instituciones y organizaciones de la sociedad civil, profesionales y
proveedores de servicios, mediante el trabajo en red y convenios y protocolos que se
puedan poner en práctica.
• Crear una institución de gobierno que tenga a su cargo la elaboración de bases de
datos, estudios de línea de base e indicadores de avance.
• Fortalecer la capacidad de funcionarios gubernamentales, de organizaciones e
instituciones, del sector empresarial, de padres y madres, y de los miembros de la
comunidad, en lo concerniente a los derechos y a la protección de la niñez, así como
a la participación ética y significativa de las niñas y los niños.
• Que el sistema de justicia forme parte de un enfoque integral de servicios
interconectados que aseguren un proceso adaptado para los niños y las niñas, y
sistemas judiciales que apoyen a las víctimas.
• Consultar e involucrar a las niñas y los niños en el proceso de desarrollo de las
políticas y programas.
• Que a nivel nacional y en las comunidades existan medidas adaptadas para la niñez,
de modo que las niñas, los niños y las personas adultas puedan reportar sin peligro
el abuso sexual.
• Brindar inmediata atención y rehabilitación mediante profesionales debidamente
capacitados, a niños y niñas que hayan sido sexualmente abusados, e impedir
cualquier nueva victimización.
7 La mayoría de las recomendaciones bajo los otros ámbitos son también responsabilidades del Estado.
• Demostrar la naturaleza criminal del abuso sexual infantil, responsabilizando a los
perpetradores. Desarrollar para los trasgresores programas de rehabilitación que
incluyan consejería grupal entre congéneres para jóvenes trasgresores.
• Brindar servicios de salud y orientación en temas sexuales que estén adaptados para
la niñez. Fortalecer la capacidad de los servicios de salud para que puedan
identificar a niñas y niños que estén siendo abusados o que estén en riesgo de serlo,
y para que puedan manejar casos de ese tipo.
• Incluir los temas del abuso sexual y la violencia contra la niñez en los planes de
estudio de los programas de educación de profesionales que entran en contacto con
la niñez.
• Asignar suficientes recursos para prevenir y abordar el abuso sexual infantil y
realizar estudios sobre el costo del abuso para la sociedad.
• Formular códigos de conducta para las personas que trabajan con la niñez, como son
los proveedores de servicios, los empleados de gobierno y el personal de
organizaciones no gubernamentales.
3.3 El abuso sexual en el hogar y en la familia

Los informes de los países claramente indican que el hogar y el entorno inmediato son los sitios donde los
niños y las niñas son sexualmente abusados por personas que tienen el deber de cuidarles. Padres, tíos,
padrastros, hermanos, abuelos, primos, vecinos, personas que trabajan en la casa y amigos de la familia,
están entre las personas más comúnmente citadas como los perpetradores. Los progenitores pueden también
vender a sus hijos e hijas con fines de explotación sexual, tal vez sin sospechar cuál es el propósito.
Los estudios señalan el fuerte impacto emocional y la confusión que experimenta el niño o niña al ser
sexualmente abusado por personas en las que normalmente debería confiar y de las que depende, y al no ser
protegido o defendido por otros miembros de la familia.
Cada vez más, el hogar y el entorno local de niños y niñas están siendo afectados por los aspectos negativos
de la economía global de mercado, que les hace más vulnerables a la trata de personas, por ejemplo. La
tecnología moderna permite que en cualquier parte se pueda tener acceso a la explotación sexual infantil por
medio del Internet y de los teléfonos celulares; la producción de pornografía infantil por Internet puede
también hacerse desde el hogar.
Los hogares que son encabezados por niños o niñas por causa del vih/sida, de guerras, desastres naturales y
genocidio, por ejemplo, hacen que los niños y las niñas sean vulnerables a la explotación sexual. En un
hogar, las niñas mayores pueden verse obligadas a realizar favores sexuales a cambio de dinero, de
productos básicos, de protección, o para pagar la escuela de sus hermanitos. Puede haber familias enteras sin
protección alguna de una persona adulta. La explotación sexual de estos niños y niñas rara vez se lleva a
juicio, y es poco lo que se hace para brindarles protección.
Las causas fundamentales del abuso están usualmente en las actitudes que conciernen al género, el poder y
la sexualidad. A los niños y las niñas se les suele ver como la propiedad del hombre que encabeza el hogar,
y los gobiernos se guardan de interferir en las vidas privadas de sus ciudadanos, prefiriendo ignorar los
derechos de la niñez sexualmente abusada.
Muchos niños y niñas sexualmente abusados reportan que la mayoría de los miembros de la familia
desconocían la situación. Dicen que sus progenitores no les creerían ni aceptarían lo que les dijesen.
Muchas veces los niños y las niñas creen que pueden ser objeto de amenazas y castigos si cuentan lo que les
pasa y si sus padres se enteran.
Los estudios de los países señalan que las niñas y los niños desarrollan a temprana edad actitudes y
comportamientos sexistas, los que pueden originarse al observar en sus mayores y congéneres patrones de
género abusivos y un comportamiento agresivo, pero también pueden provenir de los medios de
entretenimiento y de la pornografía. Estas actitudes también tienen su explicación en la ausencia de políticas
eficaces contra el abuso sexual infantil y en la negación del fenómeno por parte de los sistemas religiosos y
de orden moral. El diálogo sobre temas sexuales entre miembros de la familia puede ser un tabú, y puede
inhibir la expresión de sentimientos. Otros factores son el abandono emocional de niñas y niños, y la falta
de conocimientos sobre lo que es un desarrollo saludable. A muchos niños y niñas no se les brinda el
espacio para ejercer sus derechos o expresar sus opiniones.
Los ejemplos de buenas prácticas suelen centrarse en la niñez y hay ejemplos notables de iniciativas
tomadas por niños y niñas para mejorar su propia situación y la de sus semejantes. Estas actividades son
también importantes para empoderar a niñas y niños y para fortalecer su resiliencia. Pero cabe reconocer que
la responsabilidad global la tienen los adultos; en última instancia, el gobierno tiene el deber de proteger a
todas las niñas y niños en su jurisdicción. Sin embargo, es importante que el gobierno consulte e involucre a
la niñez en el proceso de elaborar políticas y programas dirigidos a erradicar el abuso sexual infantil.
Es vital contar con servicios de salud a los que niños y niñas tengan fácil acceso para que los servicios
públicos estén seguros de brindar a la niñez la información necesaria sobre la manera de protegerse contra el
abuso sexual y sus potenciales efectos, como es el caso del vih/sida. El servicio de salud pública, incluido el
servicio dental, necesita poder identificar a niños y niñas en situación de riesgo y a aquellos que hayan sido
abusados, para así dar seguimiento a los casos.
Existen ejemplos de obras de teatro, dramatizaciones, películas y medios de comunicación que desempeñan
un papel vital en la promoción de los derechos de la niñez, y que han dado por resultado cambios de
comportamiento en progenitores y adultos, así como la creación de grupos de apoyo para que los niños y las
niñas crezcan en un ambiento confiable. De esta manera se brinda apoyo a la niñez para que reconozca y
pueda hacer frente a comportamientos potencialmente lesivos.
Recomendaciones:
• Asegurar que a las niñas y los niños se les trata como
derechohabientes y que toda violencia y abuso sexual en
su contra, independientemente de donde ocurra, se
reconozca como una trasgresión de sus derechos humanos.
• Desarrollar y fortalecer los sistemas de protección de los
derechos de la niñez
• Brindar información sobre el abuso sexual infantil, en los
idiomas locales y para niñas y niños con capacidades distintas,
que esté adaptada para la niñez y sea apropiada para la edad.
• Brindar servicios sociales y de salud a niñas y niños que
viven sin un adulto que los cuide.
• Abordar los asuntos subyacentes que pueden causar
abuso sexual infantil, como por ejemplo, el abuso de poder,
la pobreza, el desequilibrio de género, la falta de derechos
en niñas y niños y las prácticas tradicionales nocivas.
• Brindar una amplia gama de oportunidades para aprender sobre
buenos patrones de crianza, desarrollo infantil y derechos de la niñez.
• Alentar a los hombres y a los niños a abordar la
discriminación de género y las formas dominantes de masculinidad,
para así brindar a niños y niñas modelos positivos y figuras
paternas que puedan emular.
• Empoderar a las mujeres y a la niñas para que fortalezcan su posición en
la sociedad a fin de poder abordar el abuso sexual infantil para así brindar
a niños y niñas modelos positivos y figuras maternas que puedan emular.
• Brindar servicios en salud sexual y reproductiva que estén adaptados para
la niñez.
• Alentar el diálogo en la familia y las ventajas de que niños y niñas
tengan amplia participación en los asuntos familiares.
• Sensibilizar sobre el derecho de la niñez a la protección,
y sobre la relación que hay entre diferentes tipos de violencia
contra la niñez, aclarando, incluso a los niños y niñas, cuáles son los
comportamientos aceptables y cuáles los inaceptables.
3.4 Abuso sexual en la escuela y en los entornos educacionales
La violencia sexual y el acoso prevalecen en las escuelas en muchos países. Las niñas en particular, están en
riesgo de sufrir abuso sexual en las escuelas por parte de sus congéneres y del personal docente. Las
demandas sexuales suelen ir acompañadas de amenazas de castigo físico, del uso de la fuerza, de la
manipulación o de promesas de mejores notas o recompensas económicas. Revelar el abuso a menudo pone
en riesgo al niño o niña.
A los niños y niñas que reportan el abuso usualmente no se les cree, y muchas veces se les trata con
hostilidad —una consecuencia común es que abandonen la escuela. El niño o niña podría también tener una
historia de violencia y abuso en el hogar y en la comunidad, lo que lleva a que deje de asistir a la escuela o
se retire antes de tiempo. Los docentes y el personal administrativo de la escuela podrían no reconocer las
señales del abuso sexual, desconocer las directrices sobre el modo de tratar a las víctimas de violencia sexual
o sobre la manera en que deben lidiar con aquellas personas acusadas de violencia sexual. Por todo ello,
muchas veces ocurre que las autoridades escolares no confrontan a los perpetradores.
Asimismo, son pocos los docentes que cuentan con una capacitación formal para impartir temas sobre
sexualidad, abuso sexual y derechos de la niñez. Los estudios de los países destacan que no existe una
educación integral sobre la sexualidad, el abuso sexual y la explotación. Por lo general, los docentes no
saben cómo reconocer los indicios de violencia y abuso sexual y no cuentan con una estrategia propositiva
en contra del abuso sexual que comprenda acciones coordinadas entre las escuelas, el sistema de protección
infantil, los hospitales, la atención sicosocial y la policía. Los internados son entornos particularmente
difíciles, ya que el niño o niña tiene pocas oportunidades de encontrar formas de lidiar con el abuso sin
correr peligro. En estos casos la evidencia podría provenir de adultos que, al cabo de los años, revelan el
daño que sufrieron.
Son muchos los buenos ejemplos, pero siguen siendo iniciativas dispersas. Lo más importante es que la
propia escuela ofrezca un atmósfera adecuada y sin riesgos para la niñez, tanto en los dormitorios como en
los servicios higiénicos, con inodoros separados para cada sexo, y también durante el trayecto del hogar a la
escuela y de la escuela al hogar. Con el apoyo del personal docente y de los progenitores, los propios niños y
niñas pueden asegurar eso. Deben existir mecanismos para reportar cualquier incidente y debe asegurarse su
seguimiento de una manera adaptada para la niñez.
La mejor práctica es cuando los temas relacionados con el abuso sexual se plantean como parte de la
educación sobre los derechos de la niñez y su protección en general, en lugar de que se separen de otros tipos de trasgresiones. El propósito no es crear temor, sino preparar e informar a niñas y niños para que
tengan mejor capacidad para percibir y evitar los peligros. La capacitación en habilidades para la vida puede
también incluir temas como emociones fuertes, sensibilización de género y educación sexual, diferentes
niveles de aceptación de la violencia en cada cultura, manejo de los conflictos y lo que la niñez y los adultos
pueden hacer para mejorar la situación. La educación en sexualidad no debe ser únicamente una lección de
biología, sino incluir la diferencia entre las ‘buenas’ y las ‘malas’ formas de contacto físico, y sugerir
maneras en que niños y niñas pueden actuar ante situaciones difíciles.
Muchas veces los niños y las niñas están impacientes por actuar de inmediato, y en muchas escuelas se han
creado grupos encabezados por niños y niñas con el fin de educar a los congéneres y a las familias acerca de
los derechos de la niñez y tomar medidas protectivas. Las discusiones de los grupos de congéneres
facilitadas por adultos son otro mecanismo importante para que niñas y niños sepan que no están solos
cuando enfrentan situaciones difíciles, y conozcan lo que pueden hacer al respecto.
Hay también ejemplos de niñas y niños que han participado en debates públicos con funcionarios de las
autoridades educativas, en los que usualmente una organización no gubernamental facilita su participación.
Es preciso investigar aún más el vínculo entre abuso sexual y castigo corporal en las escuelas, ya que la
evidencia anecdótica revela que en aquellas escuelas donde se prohíbe esa forma de castigo y donde se da
seguimiento a los mecanismos para reportar trasgresiones, hay menos casos de abuso sexual.
Recomendaciones:
• Asegurar que las escuelas ofrecen entornos seguros para niños y niñas,
con códigos de conducta para todo el personal y una política de protección
a la niñez con la que esté familiarizado todo el personal, las niñas, los niños
y sus progenitores.
• Elaborar protocolos para el manejo del abuso sexual infantil en las escuelas.
El abuso sexual infantil debe abordarse con prontitud y en estrecha
cooperación con el sistema de protección infantil, los servicios de salud y la policía.
• Establecer en las escuelas unidades de protección a la niñez,
líneas telefónicas de ayuda, y otras medidas para que niñas y niños puedan
reportar el abuso sexual.
• Brindar capacitación y apoyo al personal docente y a la dirección de la
escuela sobre la manera de detectar y actuar en caso de abuso sexual.
• Asegurar una educación libre y obligatoria, asequible y accesible para todo
niño y niña en edad escolar hasta por lo menos la edad mínima para trabajar.
Se deben establecer normas mínimas de calidad para la educación.
• Asegurar que el plan de estudio de la escuela incluye educación
sobre los derechos de la niñez en los que se aborden temas de sexualidad,
y de relaciones de poder y de género, y que enseñe a niñas y niños la
diferencia entre formas de contacto físico ‘buenas’ y ‘malas’, formas no peligrosas
de demostrar afecto y métodos de protección contra el abuso sexual y el
vih/sida.
• Facilitar la inclusión de niños y jóvenes de ambos sexos en la
formulación, diseño, ejecución y seguimiento de medidas para crear
escuelas y sociedades adaptadas para la niñez.
• Brindar oportunidades para que niñas y niños se organicen y expresen
sus opiniones.
3.5 Abuso sexual en la comunidad
Puesto que el abuso sexual ocurre con mayor frecuencia en el hogar y en el entorno inmediato, los enfoques
basados en la comunidad son imprescindibles para abordar el problema.
En el entorno comunitario, los estudios de país revelan una situación paradójica: por un lado, falta un apoyo
bien informado para prevenir el abuso sexual, y por otro, abundan las iniciativas para combatir el abuso y
proteger a la niñez. En los estudios de país se señala la falta de profesionales, de medidas sociales, y de
campañas de sensibilización, además de los prejuicios en contra de las niñas y los niños, así como la falta de
comprensión en cuanto a los desafíos que enfrenta la niñez.
Aun cuando los estudios de país destacan el hecho de que la mayoría de los abusadores son personas
conocidas por el niño o la niña, también se menciona a los extraños como perpetradores. Entre los
‘extraños’ se incluye a visitantes o a personas con las que se tienen contactos ocasionales, tales como gente
que presta servicios de transporte, negociantes y turistas. En un estudio de país, los niños mencionan
propuestas indecentes por parte de empleados que laboran en organizaciones de la sociedad civil.
Un gran porcentaje de abusadores son otros niños y niñas. Una buena práctica cuando se esté lidiando con
niños perpetradores debe incluir la consejería. La experiencia señala que los jóvenes trasgresores reconocen
su abuso con mayor frecuencia que los trasgresores adultos. La vergüenza y la negación son emociones y
formas de defensa que manifiestan muchas veces los jóvenes trasgresores, quienes necesitan el apoyo de sus
progenitores, de profesionales y de la comunidad para hacer frente a su comportamiento abusivo y aprender
las ventajas de expresar emociones positivas y no abusivas hacia otras personas. Un tratamiento de esa
naturaleza y la rehabilitación son maneras de prevenir que se repita el abuso.
Los niños y niñas entrevistados subrayan que el apoyo de los adultos es crucial para guiarlos y
empoderarlos.
Ejemplos de buena práctica incluyen: grupos locales de adultos que prestan servicios de vigilancia para
proteger a niñas y niños e impedir que se les induzca al sexo comercial; comités de protección de la niñez;
trabajadores voluntarios para la protección de la niñez en los poblados; establecimiento de estructuras de
protección dentro de estructuras comunitarias existentes; involucramiento de niños y niñas en estructuras
comunitarias, y la organización de niñas y niños para que se protejan entre sí; así como hombres y niños
varones organizados para abordar la discriminación basada en el género y la violencia contra las niñas y los
niños. Para sensibilizar a la comunidad también se hace uso de una variedad de métodos, tales como obras
de teatro, programas de radio, el uso de los medios escritos, las actividades de divulgación, la organización
de grupos de debate y la capacitación de líderes religiosos y de autoridades locales.
Los niños y las niñas han formado clubes infantiles; se han organizado de diferentes maneras; han
identificado lugares de riesgo y han buscado el apoyo de sus mayores para crear seguridad en sus vecindarios y en las escuelas. También se han involucrado en acciones dirigidas a cambiar las actitudes al
señalar temas tales como los matrimonios precoces y la trata de personas. Asimismo, han preparado y
presentado obras de teatro callejero, periódicos murales, programas de radio, han celebrado sesiones de
orientación con profesionales y se han reunido en talleres y consultas con adultos que toman decisiones. Para
que esas consultas tengan un significado, los niños necesitan estar preparados y el entorno debe ser seguro y
amigable.
Recomendaciones:
• Alentar a las autoridades locales, a las organizaciones, a profesionales
y a niños y niñas para que se ocupen de la prevención y protección
de la niñez y fortalezcan mecanismos de aplicación adaptados para ella.
• Establecer mecanismos de seguimiento independientes, como son
la procuraduría de la niñez, cuyo mandato sea recibir quejas y
dar seguimiento a los casos de abuso sexual y a otras formas de
violencia contra la niñez.
• Fortalecer la resiliencia e integridad de niños y niñas mediante
medidas adaptadas, y brindar capacitación en materias tales
como habilidades para la vida, equidad de género y manejo de conflictos.
• Dar a niñas y niños la oportunidad de organizarse y expresar
sus puntos de vista.
• Apoyar la formación de redes y alianzas entre las organizaciones de
la sociedad civil —incluidas las organizaciones e iniciativas de niñas y
niños— y las autoridades locales, para compartir ideas dirigidas
a fortalecer el trabajo de prevención del abuso sexual y mejorar
la protección que se brinda a la niñez.
• Emprender acciones estratégicas para lograr cambios en las actitudes y en el
comportamiento social, como por ejemplo, haciendo uso de los
medios y las artes para desarrollar entre los adultos una cultura de respeto
hacia los derechos de la niñez, y mediante la transmisión de esos valores
a la siguiente generación.
• Desarrollar programas de prevención multisectoriales y de base amplia
para el vih/sida a fin de cambiar las actitudes y comportamientos
socialmente aceptados.
• Apoyar un enfoque integral hacia el abuso sexual infantil y la
explotación, que aborde la pobreza, la equidad de género, la violencia
basada en el género y los temas de salud reproductiva, además del vih/sida.
3.6 Abuso sexual en las instituciones

Las encuestas señalan que en los centros de detención e instituciones juveniles, los niños y las niñas son
supremamente vulnerables al abuso sexual por parte de sus congéneres y de los adultos. La vulnerabilidad
está presente en los centros de detención, cuando están bajo custodia, en los refugios para las personas sin
hogar y en los centros de corrección.
Las niñas y niños que están en orfanatos y en otros hogares manejados por autoridades, instituciones
religiosas y organizaciones no gubernamentales, también corren el riesgo de sufrir abuso sexual. En esos
entornos cerrados, los niños y niñas suelen tener enormes dificultades para encontrar una manera de
denunciar el abuso. La evidencia en estos casos proviene mayoritariamente de adultos que al cabo de los
años revelan el daño que sufrieron.
Recomendaciones:
• Asegurar que todos los hogares para niñas y niños y otras instituciones
ofrecen entornos seguros, mediante el uso de códigos de conducta para
todo el personal y una política de protección a la niñez con la que
esté familiarizado todo el personal y también los niños y las niñas.
• Asegurar que todos los niños y niñas tienen acceso a mecanismos
sin riesgo para reportar cualquier incidente.
• Que todas las instituciones donde se brinda atención y se acoge a niños y
niñas estén registradas y sujetas a seguimiento e inspección.
• Asegurar que existen protocolos para el manejo del abuso sexual infantil
en las instituciones. El abuso sexual infantil debe abordarse con
prontitud.
• Promover el desarrollo de alternativas a las instituciones a fin de brindar
a niños y niñas una atención individualizada y un seguimiento minucioso.
3.7 Abuso sexual en el lugar de trabajo
Los niños y niñas que no asisten a la escuela reportan más abuso sexual que aquellos que sí están en el
sistema escolar, debido a que los primeros están más expuestos, especialmente cuando laboran en bares,
clubes nocturnos, restaurantes, etc.
Las niñas y niños que viven en la calle suelen ser abordados por proxenetas, traficantes de personas y otros
niños, y son coercionados para que se involucren en actividades sexuales comerciales, que incluyen el abuso
como parte de la producción de pornografía. Asimismo, puede obligárseles a mantenerse mediante la
prostitución, la producción de material pornográfico o el sexo de supervivencia, que implica ofrecer sexo a
cambio de comida, refugio, drogas, etc., y como consecuencia de que no existe un sistema de protección
para cuidar de ellos. Los niños y las niñas son extremadamente vulnerables cuando pernoctan en las calles, y
prácticamente no tienen posibilidad de que la ley los proteja contra los delitos sexuales. Lo mismo sucede
con los niños y niñas que trabajan en los basureros, en los mercados y en cualquier situación de trabajo
informal.
Los niños y niñas que trabajan en servicio doméstico están particularmente en riesgo y enfrentan grandes
dificultades para saber qué hacer en caso de abuso. Son pocos los programas de bienestar social y protección
que los amparan, y existe poca investigación sobre su situación. A los niños y las niñas también se les abusa
sexualmente en el sector del empleo formal, como por ejemplo, en las fábricas.
Recomendaciones:
• Incluir en las normas laborales acciones contra el abuso sexual
infantil, y promover la adopción de políticas de protección
infantil en los lugares de trabajo.
• Promover que los lugares donde trabajan niños y niñas se involucren
en acciones comunitarias para poner fin al abuso sexual infantil.
• Asegurar que los niños y niñas que trabajan tengan acceso a mecanismos
de denuncia en la comunidad y a nivel nacional (líneas telefónicas
de ayuda, etc.).
• Asegurar que la atención primaria en salud esté disponible para
para todos los niños y las niñas, por ejemplo, mediante servicios
de divulgación.
• Dar a niños y niñas la oportunidad de organizarse y expresar sus
opiniones.
• Asegurar inspecciones efectivas en los lugares de trabajo por parte
de funcionarios capacitados en los derechos de la niñez y en la
protección infantil.
• Brindar posibilidades para que los niños y las niñas trabajadores se
eduquen, asistiendo a la escuela en jornadas de medio tiempo o como parte de
sus condiciones de empleo.
3.8 Las recomendaciones que hacen los niños y las niñas
En todo el mundo niñas y niñas piden a los adultos y a otros niños y niñas que pongan fin a la violencia en
su contra. Piden a los adultos que les escuchen, que se pronuncien y actúen a favor de su interés superior. A
pesar de las fuerzas que les obligar a silenciar el abuso sexual, ellos y ellas lo denuncian cuando están en un
entorno confiable, y muchos se han organizado para proteger a otros del abuso.
Como parte de este informe, los miembros de Save the Children organizaron junto con niños y niñas,
talleres, entrevistas y discusiones con grupos focales, o recopilaron datos de reuniones anteriores con niños y
niñas sexualmente abusados y con aquellos que tenían opiniones al respecto. Las opiniones de esos niños y
niñas se incorporaron en las recomendaciones generales anteriores. Una recomendación global por parte de
los niños y las niñas es que les gustaría ver que se pongan en práctica esas recomendaciones y que no se
queden en el papel.
Las recomendaciones que se brindan a continuación provienen de niñas y niños que presentaron sus puntos
de vista y opiniones sobre los diez puntos de aprendizaje que guían los estudios de país. Fue durante los
talleres y las discusiones con grupos focales que hicieron fuertes pronunciamientos sobre el abuso sexual,
sobre cómo éste interfiere en sus vidas y sobre sus expectativas de apoyo por parte de los adultos. Esos
pronunciamientos y las recomendaciones son notablemente similares entre los países.
Los diez puntos clave son:
1. El abuso sexual es malo y no debería ocurrir.
2. Díganles que ya no lo hagan – es difícil denunciarlo.
3. Es muy difícil salirse de la explotación sexual y del sexo comercial.
4. Escúchenme y crean lo que les digo.
5. Hablen conmigo y estén ahí cuando yo los necesite.
6. Necesito sentirme seguro y protegido, y decidir cómo se va a tratar mi caso.
7. Quiéranme, apóyenme – nosotros sabemos lo que necesitamos.
8. Ayúdenme a salir de esta situación.
9. Que mi abusador admita lo que hizo.
10. No me pongan etiquetas y déjenme seguir viviendo mi vida.
La participación de niñas y niños en la investigación y en el diseño y seguimiento de las políticas y programas es necesaria para la buena práctica y para la eficacia de los programas. Es una manera de
empoderar a la niñez, y de apoyar el proceso de sanación en aquellos que han sido violados. Las
asociaciones entre adultos y niños tiene la posibilidad de llevar la participación de la niñez más allá de las
dimensión de las consultas ocasionales, al ámbito de los procesos transformadores para crear sociedades
amigables hacia la niñez.